Reediciones de Circe Maia: La tela del vestido ya tiene un roce, es cierto - Semanario Brecha
Reediciones de Circe Maia

La tela del vestido ya tiene un roce, es cierto

El título de esta nota es la primera línea de «Tela», una de las soberbias prosas líricas de la que está hecho Destrucciones, libro que regresa en una cuidada edición de Criatura, ilustrada con mucho acierto por la diseñadora Caro Ocampo. A esa buena noticia hay que agregar la de la reedición revisada y ampliada de La casa del polvo sumeria, editada por Rebeca Linke: un compendio del pensamiento que sobre poesía y traducción la poeta dejó en la prensa, y cuya edición de 2011 permanecía agotada.

Destrucciones, de Circe Maia. Ilustrado por Caro Ocampo. Criatura Editora, Montevideo, 2024. 44 págs.

El lector merece ahora el texto completo: «La tela del vestido ya tiene un roce, es cierto. Los colores ya no están tan nítidos. La parte interior del cuello, del dobladillo y las costuras muestran los tonos fuertes y vivaces, como nuevos. Han recibido menos sol, están menos gastados.

Así coexisten en la misma tela dos edades distintas, como si una persona tuviera la mitad de su cara joven y la otra con la piel reseca, llena de arrugas. La parte juvenil de la tela muestra todo lo que la otra perdió: el matiz exacto del azul, el detalle de sus dibujos geométricos, que parecen hojitas entrelazadas».

Con esta clase de síntesis entre fuerza y calma, con este vigor lírico que discurre como un haiku, Circe medita, como ha meditado siempre, sobre el viejo asunto del tempus fugit, sobre la insomne sustancia del tiempo. Es eso de esta misma línea, sucediéndose ahora en los ojos del lector, pero que, en un instante, no sabemos cuál, dejará de ser. Con este punto y aparte fingimos que es ahora. Pero ¿ahora es cuándo?

Luego, ese otro gran desvelo suyo, lo que pervive en la ausencia y lo que se ausenta en lo vivo y el gran arco de inestabilidades que caben entre esos dos extremos: Circe persigue los «vestigios del instante pulverizado», como tituló Ignacio Bajter a la estupenda crónica que dedicó a la poeta en este semanario. Y de la mano del viejo escándalo del nazco y muero, del quemo y sigo del tiempo, la llamada también misteriosa del rastro, la huella y la reliquia. Es un asombro, para Circe, también lo que llamamos reminiscencia y la arqueología perpleja a que nos somete el déjà vu.

Destrucciones está tejido con los hilos de la madeja del tiempo. Un conjunto de prosas líricas breves en las que anidan metáforas extremas, tan penetrantes e impías que llegan a doler, pero desplegadas con la luz franca y matinal de un cielo de verano. El libro fue publicado originalmente en 1986, luego de años de doloroso silencio. En 1983, uno de sus hijos, de 18 años, murió en un accidente de tránsito. Entonces Circe calló. Además –un adverbio obsceno, para el caso– la dictadura estaba siendo especialmente impiadosa con la familia de la poeta. Cuando su última hija rozaba los cuatro días, en el año 1972, llevaron detenido a su esposo, Ariel Ferreira, que permanecería preso por dos años. Su notable Un viaje a Salto, de 1987, nace de un episodio ocurrido durante aquel tiempo desesperado. Circe, profesora de Filosofía, fue además destituida de su cargo en Secundaria. «Casi todas las heridas tienden a una cicatrización incompleta y permanecen luego así, en un estado intermedio», escribió Circe en otra de las prosas de Destrucciones, una observación muy sapiente, pesimismo diáfano que provoca sin tomarse el inútil trabajo del énfasis.

Como enseñan Kafka y Goethe en los fragmentos que escrupulosamente escoge Circe en el texto que abre el libro, la destrucción es «ajena al mal y al bien, al castigo y la culpa», al menos cuando se trata de niños, ciertamente cuando se trata de objetos. «La extraordinaria facilidad de la destrucción», escribe. Está ante la taza de loza blanca que hace un instante, apenas, contenía café y calentaba sus manos y ahora es esa cosa hecha añicos en el suelo. Mirá bien esos trozos blancos, mirá cómo no les importa: Circe inhibe, sin embargo, la irritación o el juicio, y entonces es capaz de contemplar, intacta, «la indiferencia de lo inerte». Solo los niños (los niños en Circe siempre están más cerca de saber, ese otro viejo tópico) le adivinan carácter a los objetos; bien mirados hay, por ejemplo, muebles más o menos extrovertidos. Porque «a veces puede el pensamiento apoyarse fuertemente sobre un objeto sin importancia», en «Blusa» alguien se empeña de ese modo con la prenda que está secándose al viento en la cuerda de la ropa: «Toda clase de gestos aparecen ahora esbozados: abrazos, saludos, despedidas». La contemplación, en Circe, es ars poetica, manifiesto, comunión estética y ética. Contemplar es saber estar, también saber amar.

«Desconsuelo» y «La segunda muerte» refieren ambos, con mayor intimidad, al dolor ante las pérdidas, y esas dos prosas habitan el libro de una manera un poco distinta a las demás; se permiten probar ese aire tímidamente mustio que se respira en las iglesias. Es decir, sus textos en general timbran más claro, aunque decir esto sea decir poco. En Circe Maia, la claridad puede estar del mismo modo en la profundidad rea y oscura de la raíz como en la más elevada de las hojas.

La casa de polvo sumeria. Sobre lecturas y traducciones. Nueva edición revisada y ampliada. Rebeca Linke Editoras, Montevideo, 2024. 194 págs.

VERBOS SANOS Y ENFERMOS

La casa de polvo sumeria. Sobre lecturas y traducciones reúne artículos, comentarios y notas que Circe escribió para distintos medios de prensa argentinos y uruguayos desde la década del 80, entre ellos, Brecha. En muchos de ellos se lee primero el poema, luego su propia traducción –o la de otros poetas– en una o más variantes, y finalmente un «comentario» en el que ese «nos» de Circe, levemente anacrónico y profesoral, traduce a la perfección la pulcra amabilidad de sus exégesis literarias –que en general tienden a la paráfrasis– como el respeto que siente por su lector. Resultan de una agudeza crítica feroz, a la vez que son piezas literarias en sí mismas.

Como aclara en la «Nota introductoria» la crítica e investigadora María del Carmen González de León, editora de la presente edición de Rebeca Linke, el libro agrega algunos materiales que continuaban dispersos, algunos ya publicados y otros inéditos. Como en la edición original, se respetan las secciones que estableció Circe, como su «Introducción» al libro (aunque se agregan sus comentarios sobre Philip Larkin y Donizete Galvao, omitidas en la anterior, y el «Epílogo» de la autora a la primera edición pasa a integrar aquí la sección «Filosofía, literatura»). Se suma, además, una cuarta sección, «Lo real y lo imaginario», con nuevos escritos sobre Góngora, Pope, Pound, Tomlinson, Shakespeare y Cervantes. En «Poesía y traducción», por último, se suman dos comentarios inéditos, uno sobre las traducciones que hicieran Ezra Pound y Basil Bunting del persa al inglés y otro sobre Firdusi, poeta persa, y la pesquisa que hizo Circe sobre un sustantivo, bulbules («ruiseñores», pero eso solo en principio), que es una delicia.

El libro, fiesta de la curiosidad y de la erudición, permite saber que el árabe, por ejemplo, tiene «letras serviles, solares, lunares; hay verbos cóncavos, sanos y enfermos. Los verbos no tienen infinitivo ni presente, sino solo pasado y futuro, pero en cambio son más ricos en personas, puesto que poseen un “tú” masculino y otro femenino, y empiezan a conjugarse por la tercera persona, en vez de en nuestro egocéntrico sistema. También son más ricos en número, pues, además del singular y el plural, poseen un “dual”, es decir, una forma que corresponde al “nosotros” de dos personas». De esta clase de descubrimientos y perplejidades está hecho un libro que reflexiona, con el enorme cuidado de la exquisita traductora que fue –en especial del griego, Kavafis, Elytis, Ritsos–, sobre palabras, poemas y lecturas. Los fascinantes y siempre intranquilos problemas de la traducción literaria habitan en la poeta con la curiosidad intacta de los niños. Con ella siempre es un diálogo, uno en voz baja. Es Circe y el lector en viaje, conversando: el nosotros «dual» del árabe.

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