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La tele que nos parió

Cambió la televisión. Hablo del aparato, porque lo de adentro sigue siendo más o menos lo mismo. Pasamos de aquel armatoste que era el televisor de tubo a la pantalla de plasma, del plasma al Lcd, después al Led, después al HD, al Full HD, al 3D. Y como cada uno que aparecía era insuperable, fuimos cambiando de televisor y en pocos años tenemos cuatro o cinco pantallas que todavía estamos pagando y que andan repartidas por toda la casa.

Llegará el día en que tendremos tantos televisores como canales de cable, y cuando nos digan: “¿Qué hacés, Mono Liso, paseando de la sala al comedor?”, responderemos: “Estoy haciendo zapping”.

Yo no sé si esto pasa porque la tecnología genera adicción o es que uno compra cada televisor que aparece en el mercado con la ilusión de encontrar programas buenos. Terminás viendo lo mismo de siempre, pero con mejor calidad de imagen. Cosa que es peor, porque antes te quedaba la duda y pensabas: “El programa debe ser bueno, acá se ve mal”.

En la antigüedad, para impedir la difusión de las ideas se quemaban los libros, hoy en cambio se encienden los televisores.

El valor educativo de la televisión es equivalente a la responsabilidad social del Cártel de Medellín.

La televisión aporta tan...

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