Digamos que se llama Carlos. Le faltan apenas cinco años para jubilarse y, desde que advirtió que esa hora se acercaba, se le volvió hábito revisar el estado de cuentas que le envía semestralmente la administradora de fondos de ahorro previsional (AFAP) a la que pertenece. El último le deparó una amarga sorpresa. Hasta diciembre, su ahorro importaba 3.547.537 pesos. Al 30 de junio había descendido a 3.398.636. Es decir: había perdido 148.901 pesos en el último semestre. Preocupado, recorrió la oficina preguntándoles a sus compañeros si les había pasado lo mismo. Descubrió que muy pocos leían los estados y que unos cuantos los habían dejado de recibir, pues habían cambiado de domicilio sin notificar a la AFAP de su nueva dirección. Llamó a la administradora de fondos y lo que logró entende...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate