Su música fue una de las principales encarnaciones de la modernidad pop. No de la punta más aguda y subversiva de esa modernidad, que era la música beat. Lo de Legrand era la modernidad madura, expandida con nuevos hábitos sociales (minifalda, píldora, colores vibrantes, asunción serena de la laicidad, generalización de la televisión, consumismo), pero con espacio para distintas generaciones.
Apegada al discurso sofisticado, sin el descontrol hipnótico de las drogas, la percusión fuerte, la repetitividad, el grito, las religiones exóticas y la radicalidad política, la música de Legrand es la de una sociedad satisfecha con sus logros y que hacía caso omiso de sus fracasos. No son los sixties de los Beatles y los Stones, sino los de Piazzolla, Burt Bacharach, Henry Mancini y Jobim.
Michel Le...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate