No sólo los cuerpos permanecen ocultos bajo la tierra. Con el tiempo, los relatos más extendidos de quienes sufrieron y resistieron directamente el terrorismo de Estado van dejando lugar a memorias que permanecían en silencio. Muchas seguirán enterradas hasta que encuentren quien las escuche. Otras nunca verán la luz.
“Hay memorias que no son conocidas públicamente. Es porque hay otras que tienden a iluminar todo, a las que la sociedad está mucho más dispuesta a escuchar”, dice el historiador y docente Javier Correa, de espaldas a una biblioteca poco propensa a la ficción, recostada a una de las paredes de su casa. Se refiere a aquéllas que el sociólogo austríaco Michael Pollak llamó “memorias subterráneas”.
El ya fallecido Pollak escarbó la tierra buscándolas, incluso en el nazismo, uno d...
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