Aunque no es una novedad en la intrincada política centroamericana, el pasado agosto fue particularmente agitado para Honduras. Ante la visita del secretario de Defensa hondureño y el jefe del Estado Mayor conjunto de ese país a Venezuela, donde mantuvieron una reunión con su par Vladimir Padrino, señalado por la justicia estadounidense por presuntos vínculos con el narcotráfico, Estados Unidos –un actor siempre importante para el país– no dejó pasar la ocasión para manifestar públicamente su sorpresa. Los comentarios de la embajadora estadounidense Laura Dogu produjeron la inmediata reacción de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, quien calificó como «intolerable» la injerencia y el «intervencionismo» estadounidenses. Acto seguido, la mandataria ordenó a su canciller dar por termina...
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