El resultado era esperado con expectativa. La confianza era mucha. Por eso, el golpe de la noticia fue fuerte. Los restos hallados en el Batallón 14, en Toledo, el pasado 6 de junio no pudieron ser identificados. Los datos genéticos obtenidos no tuvieron coincidencia con ninguna de las muestras de familiares de detenidos desaparecidos en poder del laboratorio del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), lo que provocó una nueva incertidumbre en la larga búsqueda de desaparecidos.
La información tenía un aspecto positivo: el análisis de los restos permitió obtener «un perfil de marcadores STR [siglas en inglés de short tandem repeats] apto para comparación». La muestra obtenida es «robusta, fuerte» para su análisis genético. El problema radica en que el banco genético en poder del EAAF no cuenta con información genética suficiente de 18 de las 39 uruguayas detenidas desaparecidas, por lo que la comparación fue negativa.
Este jueves, el fiscal especializado en Crímenes de Lesa Humanidad, Ricardo Perciballe, encabezó la primera reunión del equipo de trabajo destinado a completar el banco genético de familiares de detenidos desaparecidos durante el terrorismo de Estado. Allí estuvieron representantes de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo (INDDHH), del Grupo de Investigación en Antropología Forense (GIAF), de Madres y Familiares de Uruguayos Detenidos Desaparecidos y –por videoconferencia– del EAAF.
El objetivo del encuentro fue avanzar en la búsqueda de información de esas 18 mujeres de las que se cuenta con información incompleta o nula. Una de las posibilidades sobre la mesa es exhumar los restos de familiares fallecidos de estas mujeres (padres, madres, hermanos o hermanas) para extraer material genético y compararlo con las muestras obtenidas. En este sentido, el integrante de Familiares Ignacio Errandonea aseguró que esta coordinación interinstitucional representa «un paso importante» en la búsqueda de la verdad, pero recalcó que por ahora, más allá de la ansiedad, hay que tener paciencia.
CERRANDO CÍRCULOS
El informe del EAAF descartó que los restos hallados en el Batallón 14 pertenezcan a María Claudia García o a la maestra Elena Quinteros. De ellas, como de otra veintena de mujeres, existe información genética suficiente como para hacer la comparación: de María Claudia se tienen las muestras de su hija, Macarena; de Elena, las de su madre, María Tota Quinteros, cuyos restos fueron exhumados en 2005 para obtener ADN, ante la presunción de que los restos hallados ese año en el Batallón 13 fueran de su hija.
Sin embargo, se detectó que existen 12 casos de mujeres de las que solo se dispone de información genética incompleta y seis de las que no existe ninguna traza con la que comparar. Entre los 12 primeros casos está el de la militante comunista Amelia Sanjurjo, detenida en noviembre de 1977, recluida y torturada en el centro clandestino de detención La Tablada, quien permanece desaparecida.1
Con el resultado del estudio, Sanjurjo se convirtió en un «objetivo principal» de la búsqueda. Por este motivo, el lunes 24, representantes de la INDDHH se apersonaron en un cementerio para obtener información registral sobre el lugar de enterramiento de su padre, su madre y su hermana, y certificar que están ubicables y en condiciones de ser exhumados para su análisis. Sanjurjo tiene dos familiares con vida, ambos sobrinos; uno residente en el exterior, pero su aporte no sería suficiente para la identificación, ya que la fiabilidad máxima se logra a partir de restos de ascendientes o descendientes directos.
En diálogo con Brecha, el fiscal Perciballe dijo que no tenía claro que el banco genético de familiares estuviera incompleto, pero aseguró que saberlo «es una oportunidad para poner toda la logística del Estado a disposición» para ampliar la base de datos y poder comparar las muestras de los restos óseos hallados en el Batallón 14 y eventuales restos recuperados en el futuro. La creación de un grupo de trabajo con todas las partes involucradas es una medida en esa dirección, explicó.
En esta línea, la coordinadora del GIAF, Alicia Lusiardo, dijo a Brecha tras la conferencia de prensa que, si bien el resultado del análisis de ADN no fue el esperado, permitió reducir el universo de víctimas que debe analizarse. «En algunos casos o contextos se puede llegar a excluir una hipótesis de identidad mediante el resultado de un análisis de ADN mitocondrial y de esa manera reducir el universo de víctimas», afirmó Lusiardo.
Sobre la posibilidad de exhumar restos de familiares de detenidos desaparecidos, la antropóloga destacó que esto no es una novedad en Uruguay. Al caso de Tota Quinteros se le debe sumar el de restos que fueron exhumados para hacerles pericias históricas e intentar determinar la eventual causa de muerte. Estos fueron los casos de, por ejemplo, Julián Basilicio López, Amelia Lavagna, Carlos María Curuchaga, Pedro Lerena y Rodolfo Fernández Cúneo, así como de dos de las tres «muchachas de abril», Silvia Reyes y Laura Raggio. En todos estos casos, el GIAF estuvo a cargo de la búsqueda, la exhumación y la pericia de los restos. Este equipo de antropólogos también estuvo a cargo de la pericia de restos exhumados por otras instituciones, como los de Pedro Alberto Arnaud y otros hallados en urnas de personas NN en un panteón policial de Mercedes, Soriano.
Salvo en el caso de Sanjurjo, cuyo nombre estuvo sobre la mesa desde un comienzo, la investigación prefiere –por ahora– mantener en reserva la identidad de las restantes 17 mujeres cuyas muestras referenciales están incompletas o no existen. Sin embargo, Brecha pudo saber que uno de los casos de los que no existe ninguna muestra es el de María Rosa Aguirre, una joven paraguaya de 20 años, presumiblemente casada con un dirigente sindical uruguayo del sector lácteo y embarazada, desaparecida en noviembre de 1974. La información que existe sobre su caso en la Secretaría de Derechos Humanos para el Pasado Reciente es escasa. Se estima que fue detenida en Montevideo y trasladada clandestinamente a Paraguay, donde tuvo a su hija –Ángela Rosa Meza, restituida en 1998–, y que falleció, luego de dar a luz, a causa de las torturas recibidas. Su caso fue incluido dentro de la lista de uruguayos detenidos desaparecidos en el año 2015.
BÚSQUEDA EXHAUSTIVA
El EAAF fue fundado en 1984, y desde 2006 hasta la fecha su laboratorio procesó más de 4.200 muestras óseas de posibles desaparecidos. Se especializa en la obtención de ADN de muestras altamente degradadas por el paso del tiempo u otros factores, de forma de determinar su coincidencia genética y parentesco con posibles familiares.
El laboratorio cuenta con un software de comparación masiva que permite contrastar las muestras obtenidas con toda la base de datos de familiares de personas desaparecidas en los países del Cono Sur (Uruguay, Argentina, Paraguay y Chile) durante el desarrollo del Plan Cóndor. Se trata, a todas luces, de la base de datos genéticos más grande, ya que cuenta con muestras de referencia de más de 11 mil familiares, que representan a más de 6.100 desaparecidos de estos cuatro países. De este total, unas 350 muestras corresponden a familiares de más de 190 desaparecidos en Uruguay.
En relación con los uruguayos, la búsqueda de muestras genéticas ha sido un camino dificultoso. En Uruguay, la base de datos la maneja Madres y Familiares; se trata de un reservorio obtenido, en su mayoría, durante cuatro oleadas de acopio, a través de donaciones de muestras en la Policía Científica, el Instituto Nacional de Donación y Trasplante, el EAAF y el último llamado hecho por la organización.
Ante las críticas que pueden surgir por las falencias del Estado en la obtención de estas muestras, el integrante de la INDDHH Wilder Tayler, encargado de la búsqueda de desaparecidos, dijo que recabar las muestras «es un tema complejo», ya que existen multiplicidad de situaciones para explicar por qué el banco genético está incompleto. Según Tayler, hay personas desaparecidas que no tienen familiares directos vivos, hay gente que por diversos motivos decidió no donar muestras, algunos están en el exterior y otros desconocían esta herramienta. «No hay una pauta, cada caso tiene su propia razón», dijo Tayler a Brecha.
En este sentido, aseguró que el hecho de que la base de datos no esté completa ha sido un tema constantemente presente, en el que se ha trabajado. «¿El Estado pudo tener un rol más activo? Sí, por supuesto, pudo haber tenido un rol más activo en muchas áreas de la búsqueda de desaparecidos», comentó Tayler. Sin embargo, a su entender, que la base de datos esté en Familiares «no está mal». «De familias a familias hay formas de convencimiento más contundentes [para lograr la donación] que desde una lógica Estado-familias; se pueden contar sus experiencias y eso es importante», dijo Tayler.
En diálogo con Brecha, Errandonea recordó que, desde el punto de vista práctico, en Uruguay el tema ADN se comenzó a trabajar «muy tarde», sobre principios de la década del 2000, con la Comisión para la Paz, pero apuntó que la falta de muestras en el banco genético tiene varios motivos. «Un hijo único desaparece; no tuvo hermanos, no tuvo hijos, sus padres fueron muriendo, entonces no tenés ADN», ejemplificó.
A esto se le suma que, en un principio, solo se extraía ADN de familiares directos (padres, madres, hijos, hijas, hermanos o hermanas): «El universo era más restringido». Sin embargo, el avance de la búsqueda de ADN fue evolucionando, lo que permitió incorporar registros de otros familiares, como tíos y sobrinos. A eso se suman los procesos internos de cada persona y cada familia: «Tener a un familiar detenido desaparecido, no saber nada es una situación muy traumática y cuando llega el momento de donar remueve muchas cosas; tener que poner el dedo para que te extraigan sangre es excavar o reabrir una herida». También, hay gente que siente o está convencida de que no los van a encontrar nunca, dijo Errandonea.
Sin embargo, tras lo sucedido, muchos familiares de detenidos desaparecidos se contactaron o se acercaron a la organización para entregar sus muestras. Se trata de personas radicadas en Uruguay, en Argentina y en otros países, y allí es donde resalta la importancia de que el Estado se involucre para facilitar que esas muestras puedan obtenerse. Errandonea destacó que ahora lo importante es «seguir trabajando, buscando las muestras, y tener paciencia; es un trabajo que lleva tiempo, tenemos mucha ansiedad, pero hay que tener paciencia».
1. En la versión inicial del artículo «La búsqueda sigue», publicada el 21 de julio en la web de Brecha, se indicaba, en forma errónea, que el EAAF no cuenta con información genética de familiares de Sanjurjo. Sí se cuenta con información genética, pero es insuficiente para el testeo.