“Sé que la conciencia futbolística contemporánea considera esto imposible”, amenaza desde el pique el autor de este ensayo sobre la creación del mejor fútbol del mundo de los años locos y, hundiéndose con una devoción parejamente inverosímil en el material histórico, disuelve la coartada del milagro en la belleza de la explicación.
Cómo les gustaba
la palabra “calidad”. Había que aguantarlos, con sus bigotes plateados y sus
boinas con visera. Ellos sí habían habitado el país más culto de Sudamérica,
cuando Montevideo hervía de fábricas y las comparsas todavía salían del
Mediomundo.
En sus tiempos Uruguay sí iba a los mundiales. Incluso los ganaba.
Después vino el derrumbe y, por lo visto, lo que nos tocaba a los que entre
esas ruinas nos daba por ser jóvenes era deslizarnos por la pendient...
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