Los negros aportaron el blues, el jazz, el rythm and blues y un toque de gospel. Los blancos agregaron el country, el bluegrass, el swing y el pop tradicional. De toda esa mezcla, en la segunda mitad de la década de los cincuenta del siglo XX, nació el rock. Una música que representa, como ninguna otra, a la cultura de la clase baja y media de Estados Unidos y de Inglaterra.
El rock es fuente de placer, razón para bailar, pero también herramienta de rebeldía social en sus países de origen. El rock protestó contra la pobreza, la marginación, la discriminación racial y el reclutamiento para la guerra de Vietnam entre muchas otras causas. Y se hizo universal por su vibrante energía y su carácter de música emblemática.
Muchos discutieron una y otra vez si es una música coherente para retratar a Uruguay y los uruguayos. Y si es posible tocarla aquí con el conocimiento de causa con que lo hacen estadounidenses e ingleses. El hecho es que en nuestro país el rock lleva décadas produciendo grandes músicos y grandes discos, movilizando grandes masas de público y demostrando que, nos represente o no en lo más profundo de nuestra identidad social, a muchos uruguayos les gusta y punto. Y eso deroga cualquier otra consideración.
Por supuesto que en Uruguay hay quien lo hace bien y quien no. Entre los mejores está, sin lugar a dudas, La Triple Nelson, una banda potente, profesional, prolija y plena de musicalidad, nacida hace ya veinte años y que, en el marco de esa segunda década, acaba de editar un hermoso álbum doble grabado en vivo –en realidad en 2016– en el teatro Solís.1
La base de la banda es hoy el poderoso trío integrado por Christian Cary en guitarra y voz, Fernando “Paco” Pintos en bajo y Rafael Ugo en batería, a quienes se suma desde hace años un “invitado permanente”: Manuel Contrera en teclados y voz, un músico sobrio, pero más que necesario para redondear el típico sonido de La Triple Nelson.
Cary es un guitarrista virtuoso pero concreto, de poderoso sonido y fraseo siempre personal, que además canta con una voz de timbre agudo de las que no abundan en nuestro medio. La base rítmica integrada por Ugo y Pintos en batería y bajo es sólida como una roca y es inmejorable apoyo para el desempeño de Cary, quien es, además, autor de casi todos los temas, a veces en solitario, en muchas ocasiones junto con Pintos y en algunos casos también junto con Ugo.
Este disco doble que celebra los 20 años no es el primer disco en vivo de la banda, ya que en 2008 grabaron en directo Un montón de vivos. Su discografía de estudio arranca en el ya lejano 2001 con Buceo y se consolida en 2004 con el exitoso Seguir mejor.
En este nuevo álbum en vivo se destacan especialmente temas de enorme fuerza rockera como el instrumental “La sed 2”, “Ni un maniquí”, “Caos natural”, “Tus pies” o el más que vibrante “El último blues”. También hay temas de corte baladístico muy interesantes como “Caballos”, “Cielo todo gris”, la acústica “Xili” y “Tan abajo”, en la que interviene la Orquesta Filarmónica de Montevideo.
Mención aparte merecen dos versiones realmente excelentes: nada menos que “Adagio en mi país”, de Alfredo Zitarrosa (erróneamente mencionada en la contratapa como “Adagio de mi país”), y la extraordinaria “La casa de al lado”, de Fernando Cabrera, tema en el cual el público se da el gusto de cantar a todo pulmón junto con la banda.
El grupo suena en forma impecable, los textos de las composiciones son muy buenos y el disco está notablemente grabado. Es rock uruguayo del mejor. Es La Triple Nelson a tope.
- 20 años. Vivos en el Solís, La Triple Nelson, Mmg, 2018.
