Mansalva es un grupo integrado por María Eugenia, Eva Luna, Mika Echeverría y Sofi Mansa. Eso dice en el sitio¹ de Bandcamp donde está alojado este “disco digital”. Los nombres completos no figuran; pude averiguar alguno, pero si ellas pusieron esos, así quedará. El disco en sí se llama Invocar y fue grabado en vivo por Pascual Márquez y Felipe Ritorni en un lugar llamado “el Jacinto”; después lo mezcló Juan Geronés, no sé dónde. O sea: la presentación no viene acompañada por una cantidad muy abundante de datos.
En primer lugar, diré que no es, hablando en
términos paleolíticos, un long play, sino más bien uno de aquellos
simples gordos que traían dos canciones de cada lado. Recordemos que el
advenimiento del disco compacto permitió que los fonogramas se estiraran al
doble, ya que entraban bastante más minutos sin perder calidad. Aunque nadie
usaba todo el tiempo posible, había como una compulsión a meter más canciones,
“porque entraban”. Entonces, un disco de cuatro canciones es una rareza; pero
tengamos en cuenta que se trata de uno sacado solo en formato digital. No se
trata de un “disco” según la idea que se tiene, pero lo es. Y como tal lo
comento.
De las cuatro canciones, una tiene como letra un poema (“Una vez”) de Idea
Vilariño; las otras supongo que son de alguna(s) de ellas, porque no dicen. Son
letras netamente poéticas, cuidadas y nada pretenciosas; me gustó mucho una que
se llama “Mujer tortuga” y dice: “Mujer tortuga / vas despacito por la
ciudad / caminando entre puertos / sin hogar / Todos te parecen autos, /
ráfagas que se alejan solas / ¿Y mi cerebro quién lo para? / ¿Quién lo para? /
Porque vos / ahí / quietita en tu lugar / quietita en tu lugar / quietita”.
La instrumentación consta de dos guitarras y
percusiones varias, con algún efecto eléctrico esporádico que participa en la
composición y no sé si sonó así en vivo o fue agregado después. Las voces son
frágiles, las interpretaciones frescas y descuidadas; no parece que estuvieran
pensando en que saliera bien porque estaban grabando. Hay cosas bastante
elaboradas en las guitarras, y los arreglos en general buscan salirse de lo
obvio, o capaz que solo se salen, sin buscarlo. Tanto en coros como en algún
momento instrumental abunda el desafine adrede (digamos, expresivo) y alguno
que otro es meramente desprolijo. Eso es una característica casi generacional,
o por lo menos de un montón de cosas que vengo escuchando hace un tiempo: no
suenan “bien” e incluso exageran esta característica, pero a la vez tienen
brillos en cuestiones compositivas y poéticas de las que suele carecer la
música que podemos considerar menos subterránea. A mí, eso me provoca un gran
placer y me divierte; a otros les puede rechinar un poco en sus oídos tal vez
un poco almidonados por la costumbre. Y no es que esté criticando lo que suena
bien, por favor, ustedes me entienden.
Estuve averiguando y supe que el tal Jacinto empezó siendo una sala de ensayos
y hoy es uno de esos conjuntos de gurises con intereses musicales afines y
bastante capacidad de inventar propuestas fuera de lo establecido, que pululan
por ahí y que son, por lejos, lo más interesante de nuestra escena cultural
presente. “Jacinto” (ya no como sala sino como movida) se ha mudado a la Ciudad
Vieja, a un lugar aún sin nombre pero donde ya se han hecho algunas cosas.
También supe que Mansalva sigue existiendo (después de todo, esto se grabó hace
casi un año), y que tocaron hace poco compartiendo escenario con otro grupo,
Maleza, en la sala Camacuá.
Dejo para el final esta síntesis: en lo global, tanto la música como las letras
de Invocar parecen apuntar hacia (o surgir desde) cierta oscuridad. Sin
embargo, y no me pregunten por qué, es una oscuridad que ilumina.
1. https://mansalva.bandcamp.com/