Cuando recibió la noticia tuvo sensaciones encontradas. La Suprema Corte de Justicia (SCJ) acababa de designarla como jueza de paz de Bella Unión, su primer destino dentro de la magistratura, algo que esperaba con ansias. Pero la buena noticia trajo también preocupación e incertidumbre. Su hijo tenía apenas dos meses de vida y el desarraigo suponía un desafío plagado de temores. Mariela1 partió hacia el norte del país, con su hijo en brazos, dejando a su esposo y a los abuelos del niño a 600 quilómetros de distancia, embarcada en la tarea de conciliar la administración de justicia y la maternidad en soledad.
El relato de Mariela es parte de una campaña impulsada por la Asociación de Magistrados del Uruguay (AMU) que busca concientizar sobre la realidad que enfrentan las mujeres juezas para...
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