Un nuevo alineamiento - Semanario Brecha
Bolivia tras la victoria de Rodrigo Paz

Un nuevo alineamiento

Bolivia toma un rumbo distante de todo lo que se conoció en los últimos 20 años. El retorno de la derecha en su versión edulcorada, liderada por Rodrigo Paz Pereira, ya tiene algunas consecuencias tangibles y otras que se percibirán cuando empiece su gobierno.

Rodrigo Paz y Edman Lara, electos presidente y vicepresidente de Bolivia, celebran la victoria en La Paz, el 20 de octubre. AFP, Martín Bernetti.

Entre las primeras está el ocaso del Movimiento al Socialismo (MAS). Su fuerza, apoyada en el liderazgo omnipresente del expresidente Evo Morales, se esmeriló por su divisionismo, los errores políticos y económicos que redujeron su caudal electoral y el desgaste posterior a un ciclo que se probó exitoso, inclusivo y redistributivo en la primera etapa del Estado Plurinacional. Es la propia esencia de ese proyecto colectivo, multiétnico, laico y con notable presencia del sector público en las decisiones nacionales, base de la Constitución aprobada en 2009, la que ahora corre peligro. ¿Hasta dónde llegará una reforma si, como pretenden los sectores más reaccionarios, se desmantela el Estado plurinacional? Hoy no se puede predecir. Ni siquiera con la composición notoriamente favorable a los partidos de derecha que tendrá la Asamblea Legislativa Plurinacional. Si se ponen de acuerdo las fuerzas de Paz Pereira, Jorge Tuto Quiroga –el perdedor del balotaje del domingo pasado– y Samuel Doria Medina –el empresario que no llegó a ingresar en la segunda vuelta–, el gobierno avanzará en las leyes que quiera aprobar. La izquierda solo será testimonial.

UN CAMBIO CON PROYECCIÓN REGIONAL

El MAS ya no posee representantes en el Senado, y en Diputados su presencia se redujo al mínimo. Es clave para entender esta correlación de fuerzas el llamado al voto nulo de Evo Morales en el primer turno electoral de agosto. El sector que lo sigue no obtuvo una sola banca. Fue cuando se definió el futuro del Parlamento que el MAS supo construir hegemonía. Pero la perdió de un plumazo por disputas internas entre los partidarios de Morales, el oficialismo del todavía presidente Luis Arce y un grupo que responde al joven senador Andrónico Rodríguez, equidistante de los otros dos. Al histórico líder cocalero del Chapare le queda su influencia en el territorio, en las calles y en algunos movimientos sociales bolivianos. El poder de movilizar a su base no lo perdió.

El cambio de paradigma será más ostensible en las relaciones internacionales que ya anunció el mandatario electo, hijo de Jaime Paz Zamora, uno de los fundadores del Movimiento de Izquierda Revolucionaria, devenido en presidente socialdemócrata (1989-1993) que había sido perseguido por la dictadura de Hugo Banzer y que incluso sufrió un atentado contra su vida que le provocó graves quemaduras en 1980.

El economista Paz Pereira dijo que restablecerá vínculos diplomáticos con Estados Unidos, suspendidos desde 2008, cuando Evo expulsó al embajador Philip Goldberg, al que acusó de apoyar una conspiración derechista. Hará lo mismo con la Administración de Control de Drogas y la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, dos organizaciones con distintos fines específicos, pero un mismo propósito en Latinoamérica: tener injerencia en los asuntos internos de las naciones del continente. Esos lazos se recuperarán en el próximo gobierno del Partido Demócrata Cristiano que encabeza el presidente electo. Pero, además, invitó a la ceremonia de transferencia de mando a María Corina Machado, la venezolana ganadora del Premio Nobel de la Paz. Hoy amparada en la clandestinidad y ayer desestabilizadora de un gobierno democrático como el de Hugo Chávez, la dirigente conservadora firmó una declaración de respaldo al efímero golpe de Estado que se produjo en 2002 contra el líder de la revolución bolivariana. En los años siguientes pidió que Estados Unidos invadiera a su propio país y, que se sepa, no ha desistido de ese propósito hasta ahora.

Paz Pereira también advirtió que no invitará a su asunción a los gobiernos de Cuba, Nicaragua y la propia Venezuela, porque no los considera países «democráticos». Nacido en Santiago de Compostela, España, el 22 de setiembre de 1967, el actual presidente abandonó muy pronto la ciudad junto a su familia para mudarse de país en país en el exilio itinerante de su padre. De su familia gallega por parte de madre, formada por militantes izquierdistas y nacionalistas, no heredó su tendencia política. Al contrario, va camino a un alineamiento internacional con Washington y Donald Trump.

El Departamento de Estado de los Estados Unidos, que controla el republicano Marco Rubio, difundió un mensaje auspicioso para el gobierno que asumirá en La Paz el sábado 8 de noviembre: «Después de dos décadas de administraciones desacertadas, la elección de Rodrigo Paz inaugura una oportunidad transformadora para ambas naciones».

El presidente electo también fue felicitado por el argentino Javier Milei, que destacó el «regreso de Bolivia al mundo libre». Con conceptos parecidos adhirió a su victoria el presidenciable brasileño y posible sucesor de Jair Bolsonaro en la extrema derecha brasileña, Tarcísio Gomes de Freitas. En cambio, Lula, el chileno Gabriel Boric y el paraguayo Santiago Peña mantuvieron un tono medido y protocolar.

Paz Pereira llamó a «la unidad nacional», a «no ser mezquinos con nuestra democracia» y anticipó uno de sus temores: «el mandato del pueblo no es la confrontación ni la violencia en las calles». Es probable que fuera una crítica a Morales sin mencionarlo, por la capacidad de convocatoria que mantiene el MAS desde su propia fundación. Paz negó además que haya acordado con el masismo una estrategia para llegar al poder con el voto de sus bases.

«CAPITALISMO PARA TODOS»

En materia económica, su eslogan de campaña fue «Un capitalismo para todos» y fijó prioridades como normalizar el suministro de combustibles. El país viene padeciendo su falta desde hace meses por escasez de divisas para importarlo. Otro de los problemas que tiene Bolivia es la alta inflación que ronda el 17 por ciento mensual. Evo, muy activo en las redes sociales, le advirtió que «el pueblo otorga a los nuevos gobernantes el mandato para no destruir el Estado Plurinacional, con soberanía, dignidad, inclusión y justicia social».

Tuto Quiroga perdió por casi 9 puntos el balotaje, aunque ganó con holgura en el oriente rico del departamento de Santa Cruz –el más poblado del país–, no tuvo demasiado electorado para cautivar con su propuesta neoliberal en lo económico y de extrema derecha en lo político. Su candidato a vicepresidente, Juan Pablo Velasco, lo dejó expuesto por unas diatribas racistas en su juventud contra los collas del Altiplano en occidente, que la fórmula perdedora pagó demasiado caro.

En cambio, el compañero de binomio de Paz Pereira, el policía retirado Edmand Lara, un influencer de TikTok y adalid de las denuncias de corrupción contra superiores de la fuerza en la que había sido exonerado, traccionó el voto más joven del electorado hacia el ganador.

El pueblo boliviano eligió un cambio más moderado y no aceptó las reformas radicales al estilo libertariano que planteaba Quiroga. El MAS ya había sido derrotado en la primera vuelta del 17 de agosto. Evo reagrupa fuerzas para volver a influir en la política nacional. Arce se va del gobierno tirándole munición gruesa a su excompañero de militancia y, por carácter transitivo, a Paz: «Lo que ha planificado es tener un blanco fácil y débil para poder desgastarlo desde el primer momento y empezar nuevamente su carrera por ser candidato», comentó. Esas diferencias irreconciliables fueron la causa principal para que la izquierda perdiera la chance de seguir gobernando Bolivia en el año de su bicentenario.

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