Uruguayos y europeos - Semanario Brecha
Ciclo del Cuarteto Tosar en la Sala Verdi

Uruguayos y europeos

El concepto de este ciclo es muy interesante: en cada actuación podrá escucharse una famosa pieza europea del siglo XIX junto a otra, uruguaya, de los siglos XX o XXI.

Cuarteto Tosar: Daniel Lasca, Karina Núñez, Milton Gallo y Juan Cannavó. ANA BORDE

En el mundo de la música erudita, el cuarteto de cuerdas (dos violines, viola y violonchelo) tiene la reputación de ser la formación portadora de la música más exquisita y refinada que hay. Eso se estableció durante el período clásico, sobre todo a partir de los cuartetos de Joseph Haydn (1732-1809), que fueron, por excelencia, la «música para músicos» de su tiempo. El hecho de ser una agrupación monocromática, con instrumentos de una misma familia; de conjugar el contrapunto de la superposición de líneas melódicas con la posibilidad del empaste perfecto; de contar con la expresividad casi vocal característica de los instrumentos de arco y también con una amplia variedad de matices de toque y articulación; de lograr un rango dinámico amplio pero, a su vez, acotado, apropiado para espacios no muy grandes: todo eso llevó a que los compositores, cuando usaron el cuarteto como vehículo, hayan preferido trabajar sobre las minucias, las sutilezas, el ingenio formal, la fineza de escritura. Y, aun así, a partir de Beethoven (1770-1827) el cuarteto de cuerdas dejó de ser una música privada, doméstica, y ganó las salas de concierto.

Por consiguiente, los grupos con esa formación suelen madurar, añejar (como los vinos) a través del trabajo prolongado y constante para llegar al ajuste, el entendimiento, la sincronía y el equilibrio requeridos. Por eso es tan buena noticia la conformación de un nuevo cuarteto de cuerdas en nuestro medio, bautizado Cuarteto Tosar en homenaje al gran compositor uruguayo Héctor Tosar (1923-2002). El primer violín es el veterano Daniel Lasca, que cuenta con una amplísima trayectoria. Los demás son tres excelentes instrumentistas más jóvenes: Juan Cannavó (segundo violín), Milton Gallo (viola) y Karina Núñez (chelo). Debutaron a fines del año pasado en Punta del Este y su primera presentación en la Sala Verdi, poco después, tuvo tanto éxito que se les propuso hacer, en el correr de 2022 y siempre en la Verdi, un ciclo de cinco actuaciones que empezó en abril y se extenderá hasta diciembre.

El concepto del ciclo supone que, en cada actuación, el cuarteto interpretará una famosa pieza europea del siglo XIX junto a una composición uruguaya de los siglos XX o XXI. De esa manera, se combina en cada programa el placer de encontrarnos con obras maestras –que posiblemente muchos oyentes ya conocen y admiran– con la riqueza de escuchar piezas de compositores locales, que suelen ser muy poco tocadas aunque tienen mucho valor. Además, muchas de ellas implican lenguajes musicales muy recientes, ya que hay obras escritas entre 1950 y 2022. El primer programa incluyó obras del ruso Piotr Chaikovski (1840-1893) y de José Serebrier (1938). En Youtube puede verse una filmación del segundo programa, en la que es posible constatar la justeza, la adecuación estilística y la expresividad del Cuarteto Tosar en obras del bohemio Antonín Dvořák (1841-1904) y de Sergio Cervetti (1940).

El próximo concierto es el martes 16 de agosto. El programa se introduce con el Quartettsatz (movimiento suelto para cuarteto), del austríaco Franz Schubert (1797-1828), y la pieza uruguaya es Reflejos IV (1973), de Tosar. Será una gran oportunidad para ver al grupo interpretar al compositor que le da nombre y que es, probablemente, el más refinado e interesante autor de música erudita de este país. Finalmente, cerrarán con el Cuarteto n.o 2 del ruso Aleksandr Borodín (1833-1887), una música particularmente expresiva que resulta una fiesta de colores sonoros, cuyo archifamoso movimiento lento (Notturno) es de las más bellas músicas de la historia.

El 18 de octubre, el cuarteto interpretará obras de Beethoven y de Beatriz Lockhart, y en el concierto de cierre, el 6 de diciembre, realizará el estreno absoluto del Cuarteto n.o 2 del joven Felipe Ortiz, junto a una pieza de Schubert que es la única de todo el ciclo que no es para un cuarteto sino para un quinteto, por lo que la formación contará con un chelo adicional.

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