Cuando todavía era comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos participó en al menos dos reuniones políticas para fraguar su candidatura con un grupo de antiguos camaradas. El anfitrión fue el militar retirado Enrique Mangini, quien los recibió en su chalet, ubicado en Pinares, a unas cuadras de la playa Mansa. Como parte de su gira nacional, el candidato de los militares exhibió ayer su postulación en Maldonado: en una de las zonas más empobrecidas, habló con los vecinos y, en Punta del Este, convocó una conferencia a la que sólo asistió Brecha.
Al influjo de recientes encuestas de opinión pública que lo ubican como un candidato pujante en el camino electoral hacia octubre, en el último mes el general Guido Manini Ríos ha realizado una frenética gira por barrios de Montevideo y múltiples localidades del interior del país para posicionar su partido. El ex comandante en jefe del Ejército irrumpió públicamente como candidato presidencial de Cabildo Abierto a escasos días de su destitución, el 12 de marzo, y no pierde oportunidad de afirmar o deslizar, en sus apariciones mediáticas, que nunca antes participó en actividades políticas, aunque, como se verá más adelante en este artículo, esto no fue así.
En las últimas semanas, Manini recorrió Artigas, Rivera, Cerro Largo, Treinta y Tres y Salto; el miércoles estuvo en Rocha y ayer recaló en Maldonado. Afirma que su objetivo es darse a conocer, recolectar ideas para su programa de gobierno y buscar soluciones a las principales preocupaciones de la gente en todo el país, y que ha tenido “una receptividad muy grande”. La intensa agenda de la jornada en Maldonado –que incluyó visitas a medios, encuentros con vecinos y una reunión de trabajo con referentes de las seis agrupaciones departamentales que promueven su candidatura– se abrió con una conferencia de prensa a la que sólo asistió Brecha. No más de 25 personas –en su mayoría, oficiales retirados de las Fuerzas Armadas– acompañaron al candidato en el local central de Cabildo Abierto, ubicado junto a la rotonda de la famosa carnicería El novillo alegre, en la avenida Roosevelt de Punta del Este. La elección de este punto como base de operaciones del partido no es casual: en el afamado balneario viven o tienen segunda residencia casi todos los militares jubilados que impulsan la candidatura de Manini y que, por el momento, ostentan la hegemonía de la organización. El barrio Pinares, que debe su nombre a la abundancia de coníferas y ofrece chalets con amplios parques a unas cuadras de la playa Mansa, es su enclave predilecto. No obstante, los organizadores tienen claro a qué tipo de votantes debe apuntar el candidato y para su primera visita oficial le organizaron un “Cara a cara” con vecinos en el populoso y humilde barrio Maldonado Nuevo, al este de la capital departamental. “Lo nuestro es tratar de acercarnos a la gente. Y la organización entendió que ese es el lugar donde más podemos acercarnos”, explicó Manini, quien, a diferencia de lo que estilan otros candidatos nacionales, se sentó solo a la mesa, sin que lo flanqueara referente local alguno.
Consultado por la aparente ausencia de militantes civiles en el auditorio, el ex comandante argumentó: “Tenemos varios que no son militares que están participando en la organización. Por supuesto, acá viven algunos militares (en Maldonado, hay 200 jubilados de las Fuerzas Armadas), como en todo el país”. Y amplió: “A veces, hay una intencionalidad de decir que este es el partido de los militares, cuando en realidad hay militares porque yo provengo del sector militar y quienes a mí me conocen de toda la vida, me respaldan. Eso habla bien del candidato, sería triste que quienes me conocen no me respaldaran”. Una afirmación nada menor, considerando algunas de las figuras que, llegadas desde diferentes departamentos y a la sombra de la logia Tenientes de Artigas, pergeñaron su candidatura en Maldonado.
LA PATA MILITAR. La expresión militar de Cabildo Abierto en este departamento comenzó a gestarse durante el verano en Punta del Este, según fuentes del entorno militar a Brecha. Sus impulsores son compañeros de promoción del candidato (la de 1978, que se llamó “General Leandro Gómez”) o egresados en años cercanos. Manini participó en, al menos, dos encuentros –uno en enero y otro en febrero– junto con un grupo de viejos camaradas, unos radicados en Maldonado y otros llegados desde diferentes departamentos, como Rivera, Cerro Largo y Treinta y Tres.
La convocatoria en ambos casos fue clara: evaluar las chances de que el comandante se postulara a la Presidencia, aseguraron las fuentes a Brecha. Una de esas reuniones políticas con el entonces comandante en jefe se realizó en torno al 20 de enero, mientras éste tomaba unas minivacaciones con su familia en Punta del Este. El otro encuentro ocurrió la semana de Carnaval, también aprovechando una estadía del comandante en el balneario. En esta instancia, Manini “confirmó que se iba a retirar o a hacer echar” para ser candidato, de acuerdo con lo informado a Brecha.
En esos meses circulaban papeletas para habilitar el Movimiento Social Artiguista en el Centro de Pasividades de las Fuerzas Armadas (Cepafa), ubicado en la calle Las Heras de Montevideo. Allí se promovían firmas entre los afiliados, a quienes se les anunciaba que eran “para que el general Manini sea presidente”. Como se recordará, al no lograr el permiso de la Corte Electoral para usar el término “Artiguista” en el nombre, el partido pasó a denominarse Cabildo Abierto. Estos hechos abonan la teoría sobre una salida premeditada o, incluso, de un retiro voluntario acordado con el presidente Tabaré Vázquez (véase Brecha, 15-III-19).
Las mencionadas reuniones tuvieron lugar en el chalet Macorina, propiedad del militar retirado Enrique Mangini, ubicada en Pinares y rodeada de un importante dispositivo de videovigilancia. El anfitrión, seguramente, es más conocido en el barrio por sus aires de sheriff (comanda el grupo de Whatsapp “Vecinos alerta”, y comparte asados y reuniones sociales con el jefe departamental de Policía, Erode Ruiz) que por sus antecedentes como miembro de la Juventud Uruguaya de Pie (Jup) en los años setenta, cuando el grupo de extrema derecha era presidido por el hermano de Guido, Hugo Manini Ríos.
Según consignó el periodista Roger Rodríguez en sucesivas investigaciones periodísticas, Enrique Mangini es uno de los siete miembros de la Jup que en 1972 asesinaron al estudiante Santiago Rodríguez Muela y que fueron condenados a prisión por “violencia particular” en ese año. En 1978 el Consejo de Estado aprobó una ley de amnistía que benefició a los reos y se estima que, como Mangini era sobrino del director del Servicio de Información y Defensa (Sid), Ramón Trabal, pudo seguir sin tropiezos con su carrera militar. En 2006 Mangini fue fotografiado frente a un juzgado de la calle Misiones como guardaespaldas del general Iván Paulós; lo captaron con el brazo en alto, como para que se viera claramente que llevaba un arma en la cintura. El otro guardaespaldas en la imagen era el coronel Eduardo Ferro, hoy prófugo de la justicia española y, hasta hace unos años, vecino de Mangini en Pinares.
Aquella foto llevó a Roger Rodríguez a investigar quién era el hombre armado y descubrir el citado historial. En 2011, con la acordada de denuncias por casos de derechos humanos, la causa de Rodríguez Muela se reabrió y pasó a la sede penal de la jueza Graciela Eustachio; ahora figura como “archivada” desde setiembre de 2013.
LOS MUCHACHOS. Mangini, miembro de la ultraderechista Unión de Organizaciones Democráticas de América (UnoAmérica) e integrante de la institución honoraria de salvamentos Ades, es actualmente uno de los coordinadores generales de la agrupación Dragones de Maldonado-Por el Cambio (una de las tres que apoyan al candidato en la capital fernandina). Y aunque en estos meses ha trabajado activamente en la organización de la candidatura de su amigo, “no integrará listas porque no puede exponerse”, aseguran las fuentes.
El otro coordinador de la agrupación Dragones de Maldonado es el coronel retirado Gaspar Barrabino Silveira, según consta en una comunicación interna que la organización divulgó días atrás por Whatsapp para invitar a participar en la gira departamental del candidato. Gaspar es hijo de Julio Barrabino Sáez, uno de los golpistas que ingresó junto con Gregorio Álvarez al Palacio Legislativo en la madrugada del 27 de junio de 1973 y director del Establecimiento Militar de Reclusión número 2, Punta de Rieles. Barrabino Sáez murió el 3 de abril pasado “en total impunidad, sin proceso por crímenes de lesa humanidad cometidos por el Estado. En Punta de Rieles bajo su mandato fascista, cruel e inhumano, murieron compañeras por negligencia médica, otras fueron empujadas con saña hacia la locura y la muerte, como la compañera Norma Cedrés”, publicó días atrás la ex presa política y fotógrafa Marta Passeggi, en su muro de Facebook. La causa penal de Cedrés “duerme en un juzgado”, acotó.
Gaspar es, además, hermano de Julio Barravino Silveira, quien, junto con el capitán Wellington Sarli, tuvo la custodia del chileno Julio Sanhueza Ross –un oficial de inteligencia evacuado de su país cuando la justicia lo requirió por varios asesinatos entre 1987 y 1989–, mientras el teniente coronel Tomás Cassella y el capitán Eduardo Radaelli ocultaban a Eugenio Berríos (véase Brecha, octubre de 2002). Hasta hace unos meses, Gaspar Barrabino era el coordinador general del Movimiento Basta Ya, que promovía la candidatura del líder del Partido de la Gente, Edgardo Novick.
Tanto Mangini como Barrabino estuvieron presentes ayer en la convocatoria de Manini a la prensa, alejados de la mesa donde un solitario candidato respondió preguntas. Mangini, rollizo, de estatura más bien baja, inquieto y con permanentes gafas oscuras, llevaba una bandera de Cabildo Abierto colgada en su antebrazo izquierdo, cual servilleta de mesero. Cada tanto la desplegaba, tal vez pensando en darle una ubicación en otra parte del local antes de la conferencia, pero volvía a doblarla con prolijidad. Barrabino, en tanto, tomaba mate mansamente.
Otro de los participantes de las reuniones políticas estivales con Manini son el propio Eduardo Radaelli y Alfredo Rubio (h). En el entorno afirman que Radaelli es “un hombre de extrema confianza, como la sombra” del ex comandante y que ha viajado frecuentemente de Montevideo a Maldonado para participar en la organización de la candidatura, además de estar abocado a hacer finanzas para el partido. Como se recordará, el ex militar fue extraditado a Chile y procesado por el secuestro del químico Berríos. Regresó a Uruguay en 2016, después de que la justicia dictó su libertad condicional.
Rubio, otro compañero de promoción de Manini, es hijo de quien era jefe de Gavazzo cuando asesinaron al tupamaro Roberto Gomensoro, torturado en el Grupo de Artillería número 1, en 1973. De acuerdo a las actas del Tribunal de Honor divulgadas el mes pasado por el periodista Leonardo Haberkorn, Gavazzo comunicó la muerte del detenido al jefe del Grupo de Artillería número 1, el entonces coronel Alfredo Rubio, y ambos informaron al jefe de la División Ejército 1, el general Esteban Cristi. “Cristi ordenó desaparecer el cuerpo. Quien tuvo que hacer eso fui yo”, expresó Gavazzo ante el Tribunal de Honor militar.
Precisamente sobre la actuación del tribunal militar a raíz de las declaraciones de Gavazzo y la investigación que encabeza el fiscal Rodrigo Morosoli, Manini declinó hablar ayer con Brecha. “Eso está en la justicia y si tengo que… eeeh… si en ese ámbito me toca… actuar, lo haré. Pero en estos momentos no da para hablar más, la gente quiere hablar de los problemas de hoy y del futuro, y no seguir hablando anclado en el pasado”, alegó. Luego contestó las últimas preguntas:
—¿Usted precipitó su salida o la acordó con el presidente, como se especula en algunos ámbitos?
—Mi salida no fue acordada, fue la dinámica de los hechos que fue llevando a eso. Acordado no hubo nada. Los hechos se dieron como se dieron.
—¿Pero usted veía venir el desenlace a raíz de esos hechos, que empezaron por lo menos en setiembre, cuando fue sancionado?
—No… No necesariamente…
Con una mueca y un gesto de “no va más”, el general dio por terminada la entrevista.
[notice]Entusiasmo con el FA
Además de convertir a Cabildo Abierto “en un partido protagónico” y ampliar la participación de civiles, Manini pretende captar votantes desde todas las tiendas políticas. En diálogo con Brecha, el caudillo se mostró particularmente entusiasmado con la cantidad de personas que, en diferentes puntos del país, le han confesado que son frenteamplistas desencantados, muchos “votantes de toda la vida”, en busca de un cambio. “Hay una suerte de voto castigo: como hubo en 2004 a los partidos tradicionales; ahora lo habrá al FA”, especuló.
También le entusiasma el resultado de recientes encuestas de opinión pública, que lo perfilan como un candidato capaz de superar ampliamente a los otros partidos y convertir a Cabildo Abierto en la cuarta fuerza política del país: “Todavía no nos contemplan como opción en los cuestionarios, pero ya sabemos que en alguna encuesta nacional, que todavía no se hizo pública, Cabildo Abierto empieza a marcar una buena presencia. Es un camino que recién se inicia y pensamos que vamos a ser una opción válida. No podemos decir cuál es el techo; Cabildo Abierto pretende atraer gente de todos los partidos, porque hay una suerte de nihilismo político, de no creer en nada, y ven en nosotros una esperanza”. A la luz de este objetivo, Manini evita definirse en el espectro político y aquí enfatizó que encontrar “soluciones a los problemas reales de la gente” no pasa por ubicarse en la derecha o la izquierda. “Tenemos cosas que podrán parecerse al discurso de la izquierda y otras que podrán parecer el discurso de la derecha, pero acá lo que hay son problemas que solucionar. Nos definimos como artiguistas porque pretendemos ser una instancia superior a esas etiquetas”, justificó.
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