El miércoles 20 de junio, en el espacio Felisberto Hernández de la Sala Zitarrosa, Florencia Núñez y Estela Magnone ofrecerán un recital íntimo que une a dos generaciones de la música popular uruguaya. Ya conversar con ellas es un espectáculo: la afinidad es tal que no sólo tocan juntas, sino que hay frases que empieza una y las termina la otra.
—Si no me equivoco, están haciendo cosas juntas desde 2014…
E M —En realidad desde antes, porque nos conocimos cuando Florencia me hizo una entrevista…
F N —Fue hace seis años, cuando yo todavía estaba estudiando. Era para el proyecto final de la carrera de comunicación, que quería ser una especie de relevamiento de mujeres compositoras en Uruguay. Y no podía obviar este mojón (señalando a Estela)…
—¿Pero cómo se pasa de entrevistar a alguien a tocar juntas?
F N —Me llamó Estela al teléfono fijo para invitarme a tocar. Nadie llama al fijo.
E M —Yo quería presentarme al programa de fortalecimiento de las artes de la intendencia, entonces había que presentar “un consagrado” y “un emergente”.
F N —Yo ahí era mucho más emergente que ahora.
E M —Ahora yo soy la emergente. Eran dos conciertos, uno en la Zitarrosa y otro en el Florencio Sánchez.
—¿Y participaban de las canciones de la otra o cada una tocaba lo suyo?
E M —Ahí tocamos cada una con su grupo e hicimos un par compartidas.
F N —Después de eso hicimos un concierto en la Feria del Libro de San José en 2016, que era más parecido a este que vamos a hacer ahora. ¡Pero hacía un frío! Íbamos en el auto y se movía para todos lados en la ruta, porque había un viento horrible.
—Cuando decidieron tocar juntas, ¿les parecía que en su música había puntos de contacto o que eran completamente diferentes?
F N —Me parece que fue muy natural, y es muy difícil hacerlo si no pega una cosa con la otra: ahí te estás peleando todo el tiempo. Es más, cada vez que ensayo con Estela se me abre la mano de todos los acordes que mete y que yo tengo que aprender. Y para mí esta bárbaro, porque es como tener una masterclass, gratis.
E M —La verdad es que nos hicimos muy amigas, y de ahí parte todo lo demás. Nos encontramos no solamente para tocar…
F N —Grandes chusmas. Y tomadoras de mate. Y bueno, grabamos en Villazul.1 Estela arregló los coros de mi último disco… Pero no es solamente musical la actividad.
—¿El recital del martes está pensado especialmente para una sala pequeña?
E M —Sí, es un formato que está pensado para lugares chicos. No creo que podamos triunfar en el estadio.
F N —Está bueno porque armamos el repertorio, elegimos las canciones y las versiones pensando en eso. Hay temas de Estela que tienen mil arreglos y dijimos: no nos vamos a poner a replicar esto que es más para una banda, si lo que tenemos es que sostener la canción.
E M —Si una canción es buena, se sostiene con una guitarra y una voz, o un piano y una voz. Entonces es como lo que dice Florencia, lo que tenés que hacer es potenciar la canción con lo que tenés.
F N —Y nos daba la oportunidad de, limitándonos la instrumentación, hacer otras versiones, sacar otras cosas de los temas. Hay temas de Estela que hacemos más guitarreros y la versión original es una locura de instrumentación.
—¿El recital tiene una estructura clara, partes diferenciadas, quiero decir, hay una idea de cómo se estructura y por qué o son sólo canciones?
F N —Un día que nos juntamos a ensayar nos dimos cuenta de algo. Y es que de a poquito, a medida que vas avanzando, sentís que el show se empieza a armar con cosas chiquitas.
E M —Pero cuando hacés el orden de las canciones ya te sacaste una cosa importante.
F N —Entonces estábamos haciendo el orden y nos dimos cuenta de que hicimos bloques de canciones que tenían diferentes particularidades.
E M —Canciones que tenían que ver entre ellas por distintas razones.
F N —Y juntamos dos o tres canciones que tenían cosas en común que ni te imaginabas.
E M —Por ejemplo el elemento mineral: “Carbón y sal”…
F N —Y “Tengo un imán contigo”. Fuimos buscando cosas que no fueran sólo “una tuya y una mía” porque es un embole. Entonces tratamos de que lo que las fuera hilando fueran cosas muy abstractas que sólo a nosotras dos tomando mate se nos pueden ocurrir.
E M —De la diversión nació eso. Quedó como un menú que está bueno. También se nos ha ocurrido en algunos lugares literalmente hacer el menú y que sea a pedido: “Bueno, del bloque mineral yo quiero esta”.
F N —Y quedó buenísimo. El concierto no sabemos como está, pero el orden está buenísimo.
—Es arte conceptual…
E M —¡Arte conceptual pero con contenido!
—¿A dónde lleva esta colaboración? ¿Les parece que va a desembocar en algo más como en un disco, o algo?
F N —No sé bien a dónde llegaremos, pero esto de estar en contacto está bueno porque tiene esas instancias de revisión que están buenísimas. Termino una canción nueva y en lugar de mandársela a mi mamá, que capaz que no entiende nada, se la mando a Estela, que sabe un montón, entonces para mí es un apoyo enorme.
E M —Tenemos eso que está bueno de mandarnos cosas y mostrar.
—¿Les parece que, después de empezar a colaborar, la música propia cambió en algo? ¿Qué le aportó la música de una a la de la otra?
E M —A la mía, el pop. Y me encanta a mí eso.
F N —Yo identifico los matices “estelísticos” en mis cosas. No sólo yo lo identifico, también otras personas allegadas a mí que me dicen “che, esto es re Estela”. Y aparte los arreglos vocales, que te los canta en el aire.
—¿De modo que el recital es la música de las dos, arreglada especialmente para este concierto y alguna cosa especial?
E M —Canciones de nuestros dos últimos discos y tres canciones que son de Travesía, porque Ni un minuto más de dolor cumple 35 años.
F N —Incluso… hablando de arte conceptual, una de las cosas que se nos ocurrió fue, como éramos dos, ir al mismo bar que la tapa del disco de Travesía y sacarnos una foto, pero del otro lado, es decir, del lado de afuera de la ventana para que el tercero fuera el fotógrafo. Las fotos no tienen nada que ver la una con la otra, es una estética diferente, es en color, la pose es distinta, pero partimos de esa base.
E M —En el disco de Travesía estoy yo detrás de la ventana y adelante están Mayra y Mariana. Es el bar Coruñés, así que nos sacamos una foto en la misma mesa para el afiche del recital.
F N —Nadie se dio cuenta, sólo nosotras. Pero lo disfrutamos como locas.
- Villazul es un proyecto en el que participan Estela Magnone, Fabián Marquisio y otros músicos, y trabajan con niños con dificultades de aprendizaje y discapacidad.