Desde que Joesley Batista, Ceo del principal frigorífico del mundo (Jbs), difundiera la grabación de una reunión que mantuvo con el presidente Michel Temer, el frágil gobierno brasileño entró en una pendiente que puede llevarlo a su destitución. Los niveles de aprobación del presidente son más bajos aun que los de Dilma Rousseff días antes de su caída, y se acercan a la nada: menos del 5 por ciento.
Lo que mantiene al gobierno de Temer es la respiración asistida de dos partidos: el suyo (Pmdb), maestro en los malabares de una gobernabilidad trucha; y el socialdemócrata de Fernando Henrique Cardoso (Psdb), que, increíblemente, sostiene a un gobierno corrupto con el pésimo argumento de que si cae las cosas serían aun peores.
Sin embargo el propio Cardoso tomó distancia del gobierno, dando ma...
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