Okana, la principal ong griega en el combate a las drogas, acaba de abrir varias salas en Atenas donde los adictos podrán inyectarse heroína. La medida, que algunos querrían tomar como una apuesta arriesgada en esto de la regulación del consumo de drogas ilegales, es sobre todo un intento casi desesperado por reducir el contagio de vih. Entre 2011 y 2013 los casos crecieron 200 por ciento; la mitad de ellos se produjeron por compartir jeringas, el principal modo de contagio en el país. La crisis financiera en que está sumida la cuna de la civilización occidental es señalada como la gran responsable.
En estos lugares se podrá consumir en “condiciones estériles”: se proveerá, entre otros implementos, de jeringuillas y también de asistencia médica. Pero quien quiera hacer uso del espacio...
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