Hubo un tiempo en que se podía confiar en la verdad de las imágenes, ser seducido por su capacidad de representar la realidad a través de lo fotográfico. Su proceso de imprimir en un material fotosensible equivalía a un comprobante para verificar las cosas. Se trataba de una concepción que se podía sostener, sobre todo, acerca de la fotografía fija, pero que algunos insistían en que se aplicaba aún más para el material filmado. Se entendía que, debido a su poder para reproducir la imagen dentro de un fragmento de tiempo, simultáneo entre el objeto y su espectador, el cine podía producir una impresión muy cercana de lo real. Hoy en día, esa noción se revela como una ingenuidad. Incluso si se volviese atrás, ya que la manipulación ha sido integral desde la invención del dispositivo: el que s...
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