En medio de la crisis hídrica del año pasado, OSE buscó estrategias para aumentar el magro caudal de agua que llegaba a la planta potabilizadora de Aguas Corrientes. Así se inició a las apuradas la costosa obra del trasvase desde el río San José hacia el Santa Lucía. La sequía no fue una cosa que ocurrió de un día para el otro: hubo tres años acumulados de bajas precipitaciones que llevaron al desabastecimiento del agua potable en el área metropolitana. A pesar de que las autoridades aseguraban que el agua era «bebible», pocos se atrevieron a sostener el consumo de aquel líquido predominantemente salado, producto del aumento de los niveles de sodio y cloruro autorizados por el gobierno.
La medida llegó tarde, «la situación se dejó avanzar hasta que se hizo insostenible», recuerda el científico Marcel Achkar. Él, junto con un grupo de investigadores de la Facultad de Ciencias de la Udelar y el Centro Universitario Regional Este, habían elaborado un manifiesto en 2022 que advertía de las dificultades a las que se enfrentaba la cuenca, pero las autoridades no los escucharon. La urgencia de la medida del trasvase, que debió tomarse varios meses antes, hizo que se gastaran 35 millones de dólares «en algo que funcionó tres días. Y por suerte sacaron las bombas cuando empezó a llover, porque el desborde del San José con la primera lluvia rompió la represa que hicieron y si hubieran estado las bombas, ahí se las hubiera llevado y las hubiera dejado depositadas en el Río de la Plata». En la obra, «los cuidados ambientales fueron mínimos» y luego de que se volvió a las condiciones normales, el trasvase, que se había roto con el aumento del caudal del río, se abandonó y ya a los pocos días «había generado un frente de erosión importante en la ribera oeste». El gobierno había anunciado que la obra sería «definitiva» y «perdurable» (El Observador, 28-VII-23).
Antes de que las lluvias de marzo inundaran las ciudades San José, Florida y Santa Lucía, el río se llevó los contenedores que habían quedado armados por la obra y nunca fueron retirados. La noticia pasó bastante desapercibida, pero en ese momento los vecinos de la zona denunciaron públicamente el riesgo ambiental por los restos de la improvisada represa. El edil maragato por el Frente Amplio Heber Figuerola recordó que el Ministerio de Ambiente había anunciado un «retiro paulatino» de los contenedores de las obras, cosa que en «más de medio año» nunca sucedió, y con la crecida terminaron «flotando» en la zona de Puente Valdez (MVD noticias,18-III-23).