No es el frío - Semanario Brecha
La muerte por hipotermia en los refugios de Gaza

No es el frío

Mientras los palestinos desplazados soportan un segundo invierno en carpas y refugios improvisados, la muerte de varios bebés por hipotermia provoca el pánico entre los padres.

Instantes después de un ataque israelí a una plaza residencial del barrio al-Rimal, en Gaza, el 4 de enero Xinhua, Mahmoud Zaki

Cuando la esposa de Yahya al Batran dio a luz a gemelos sanos en el Hospital de los Mártires de Al Aqsa, en Deir al Balah, el 6 de diciembre de 2024, Yahya se sintió afortunado. «El parto fue bueno y no padecían ninguna enfermedad», recordó. «Los llamé Ali y Juma’a.» Aunque Al Batran, de 40 años, quería que sus hijos recién nacidos permanecieran en la guardería del hospital, el grave hacinamiento en sus instalaciones lo obligó a llevarlos de regreso a la tienda de campaña en la playa donde se había refugiado con sus padres, su esposa y sus seis hijos.

En noviembre de 2023, temiendo por la seguridad de sus padres, ancianos y discapacitados, Al Batran y su familia habían huido de su casa en Beit Lahia al barrio de refugiados de Al Maghazi, en Deir al Balah. Cuando, diez días después, las fuerzas israelíes bombardearon la escuela de la Agencia de Obras Públicas y Socorro de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en el Cercano Oriente donde se refugiaban, con lo que mataron al primo de Al Batran, la familia se vio obligada a unirse a otras en la playa. «Hemos estado viviendo esta vida difícil durante más de un año y dos meses», dijo Al Batran a +972. Sus llamamientos a las organizaciones humanitarias para que le den una tienda de campaña mejor (o cualquier cosa para proteger a sus hijos del frío) no han recibido respuesta.

Después de regresar a la tienda con los recién nacidos, comenzó a llover intensamente. Pronto la tienda de Al Batran se inundó de agua, sin dejar nada para mantener calientes a sus hijos. «Cuando me desperté, en la mañana del 28 de diciembre, descubrí que [Juma’a] había muerto de frío; su corazón se había detenido», recordó. Ali, el hermano de Juma’a, sobrevivió a duras penas. Actualmente está siendo tratado en la enfermería del hospital, pero los médicos han advertido a Al Batran que su estado es crítico y que puede morir en cualquier momento. «Temo perder a otro de mis hijos; soy impotente frente a ellos», se lamentó Al Batran. «La carpa insulta la dignidad humana y el mundo guarda silencio ante este insulto.»

SIN REFUGIO NI COMIDA

Mientras Israel continúa su campaña de limpieza étnica en el norte de Gaza, 2,3 millones de palestinos concentrados en el centro y el sur de la Franja están tratando desesperadamente de sobrevivir el duro invierno en carpas y refugios improvisados. 

En diciembre y enero, las temperaturas mínimas promedio en Gaza pueden descender hasta los 9 grados Celsius, acompañadas de fuertes vientos y lluvias torrenciales. En estas condiciones, los padres palestinos se encuentran en un estado constante de ansiedad por la posibilidad de perder a sus hijos a causa de las enfermedades invernales y la hipotermia.

Además de Juma’a al Batran, al menos cinco recién nacidos y bebés han muerto este invierno a causa del frío extremo, según el doctor Ahmed al Farra, jefe de Pediatría y Obstetricia del Hospital Nasser, en Jan Yunis: Seela al Faseeh, de 14 días; Youssef Kloub, de 35 días; Aisha al Qassas, de 21 días; Ali Saqr, de 23 días, y Ali Azzam, de cuatro días. Además, dos adultos han muerto a causa de la exposición a los elementos: Ahmad al Zaharneh, de 33 años, que trabajaba como enfermero en el Hospital Europeo de Jan Yunis, y Afaf al Khatib, de 55 años, que padecía una enfermedad crónica. Todas las víctimas murieron en tiendas de campaña en la playa, sea en Al Mawasi o en Deir al Balah.

Jagan Chapagain, secretario general de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, subrayó el peligro que corren los niños palestinos que viven en campamentos de tiendas de campaña en Gaza durante el invierno sin refugio ni comida adecuados. «Reitero urgentemente mi llamado a garantizar un acceso seguro y sin obstáculos a los trabajadores humanitarios para permitirles brindar asistencia vital», escribió en una declaración el 8 de enero. «Sin ello, los niños morirán congelados y las familias morirán de hambre.»

El doctor Al Farra se hizo eco de su alarma: «La situación en las tiendas de campaña es catastrófica», dijo a +972. «No hay medios de calefacción ni de protección contra el frío debido a la falta de electricidad, combustible y gas.» Incluso usar materiales de desecho para prender un fuego para calentarse puede ser extremadamente peligroso: las tiendas son inflamables y el humo, las cenizas y los escombros pueden exacerbar las enfermedades respiratorias.

Si bien los niños de todas las edades son vulnerables a la hipotermia, son los recién nacidos prematuros los que corren mayor riesgo. «Tuvimos un gran número de [bebés prematuros] nacidos durante la guerra», dijo Al Farra. «[Eso se debe] a la desnutrición de las madres y a la grave falta de vitaminas y nutrientes.» Los bebés prematuros no pueden regular adecuadamente su temperatura corporal y, por lo tanto, necesitan incubadoras y respiradores, de los cuales solo queda uno en la guardería del Hospital Nasser.

En un caso particularmente inquietante, aunque no infrecuente, Al Farra se encontró con una madre y su hijo desnutrido de seis meses, que pesaba menos de tres quilos. Al final resultó que la madre del bebé no había comido en tres días; su comida anterior había sido una lata de guisantes que había compartido con su familia. «Por eso no tenía suficiente leche para amamantar a su hijo y protegerlo de la hipotermia», relató Al Farra. El aumento de los casos de hipotermia se produce cuando el Departamento de Niños del Hospital Nasser ya se enfrenta al colapso, al tratar a cinco veces más pacientes que el promedio con casos regulares de hepatitis, infecciones intestinales, neumonía y enfermedades de la piel. 

«HAGO LO QUE PUEDO COMO MADRE PARA CALENTAR A MIS HIJOS»

La muerte de Seela al Faseeh el día de Navidad, apenas 14 días después de su nacimiento, conmocionó al campamento de tiendas de Al Mawasi, que se ha convertido en el hogar de muchos bebés menores de seis meses. Samar al Ras, una mujer de 40 años madre de cinco hijos, podía escuchar los gritos de la madre de Seela desde una tienda de campaña cercana. «Se despertó gritando en medio de la noche porque no podía calentar a su hija y los residentes del campamento la ayudaron [llevándole] mantas», recordó Al Ras. «Pero por la mañana nos despertamos y ella gritaba que [el bebé] había muerto.»

Al Ras y su familia han estado viviendo en una tienda de campaña en Al Mawasi desde el comienzo de la guerra, después de haber sido desplazados de su hogar en Jan Yunis. Este invierno, le dijo a +972, fue incluso más complicado que el anterior. A medida que el estado de las carpas se deteriora, son menos capaces de atrapar el calor y resistir la lluvia. «Apenas podemos calentarnos, no tenemos suficientes mantas», sostuvo. «Nada nos separa del entorno que nos rodea excepto algunos tejidos y nailon. Dormir en la carpa es como si durmiéramos en la calle.»

Al Ras explicó que el aire del mar es especialmente frío por la noche. «Mis hijos vienen a mi regazo y me piden que los cubra más. A veces tengo que decirles que se pongan más capas de ropa o una chaqueta para que estén un poco más abrigados. [Sus] cuerpos no pueden soportar este frío.» 

En los días soleados, Al Ras les dice a sus hijos que se sienten afuera todo el día «para que sus cuerpos se calienten y almacenen calor, así la noche será menos fría para ellos», dijo, y agregó que intenta acostarlos lo antes posible, antes de que bajen las temperaturas. Pero a pesar de sus mejores esfuerzos, todos los hijos de Al Ras, así como su madre anciana, están actualmente enfermos de tos y gripe. «Hago lo que puedo como madre para calentar a mis hijos y protegerlos del frío. [Solo puedo] esperar que esta guerra termine.» 

(Publicado originalmente en +972. Traducción de Brecha.)

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