En Punta del Este, los locales de ropa, los restaurantes y los boliches preparan sus vidrieras para recibir a los primeros visitantes. La oferta es la misma de cada año: glamour y sol. Aunque, en los márgenes de la brillante superficie, otro circuito turístico crece en silencio, fuera de los folletos oficiales y de las campañas de Uruguay Natural o Uruguay Sorprende. Hace años, La Casa de Naná era su primera parada, atraídos por la fama de uno de los prostíbulos más exclusivos de la región. Hoy, en cambio, la oferta ya no seduce bajo luminarias de neón: circula en páginas web, fiestas exclusivas y apartamentos vip. Un mundo suntuoso y próspero de turismo sexual que, con sus riesgos, está más resguardado que otros espacios del mercado del sexo.
«Yo siempre fui la prostituta playera de Punta...
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