El 7 a 1 de Brasil no es una derrota épica. Es el fracaso final de una selección que olvidó su historia y su tradición. La última caída hermosa fue, para la canarinha, la de 1982. Allí estaba la contracara de Neymar: el “Doctor” Sócrates, el barbado líder de la izquierda que salía a la cancha con consignas revolucionarias y pateaba goles a la dictadura y al sistema.
“El fútbol es un juego simple. 22 jugadores persiguen un balón por 90 minutos y, al final, siempre ganan los alemanes”, dijo una vez el delantero británico Gary Lineker. Yo no sé si eso es cierto. Y espero que no. Porque soy argentino y deseo quebrar la máxima de este english man y ver a Mascherano levantando la copa.
La frase es, sin embargo, válida para los brasileros que todavía hoy –y por mucho tiempo– siguen llorando su t...
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