La política de Xi fue, en definitiva, declarada parte imprescindible del desarrollo de las potencialidades de China, que el dirigente plantea como un gran proceso de resurgimiento nacional con el que volverá a ocupar un lugar central en la globalidad, el que afirma que tuvo “antes del siglo de humillación”, entre 1842 y 1948, bajo el poder de Occidente y de Japón.
La extensión que logró la corrupción en 25 años es tal que la tarea bien puede definirse como una segunda revolución cultural, y no es seguro que logre consolidarse. La tensión va en aumento. Un corresponsal de The New York Times maneja la posibilidad de que la eliminación de privilegios desate una ola de protestas como la de Tiananmen en 1989, y aun una suerte de primavera árabe acompañada de crisis económica que minaría la base...
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