La literatura argentina se funda en la trastienda de la librería de Marcos Sastre, en Buenos Aires, una imprecisa tarde de 1834. Mientras cinco hombres toman café con leche, fuman y conversan, afuera llueve. Más afuera, en las enormes provincias desparramadas, los indios mastican la paz a la sombra de los fortines armados, sin malones ni pretensiones, tal lo que acaba de lograr la Campaña del Desierto emprendida por Juan Manuel de Rosas. El jefe máximo de la Confederación está comenzando su reinado, que se extenderá hasta 1852, cuando muerda el polvo de la derrota en la Batalla de Caseros, firmando la rendición y tomándose el buque hacia Inglaterra.
En la librería de Marcos Sastre, además del anfitrión, están reunidos Juan María Gutiérrez, un todoterreno de la cultura, Juan Bautista Alberd...
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