El título del documental significa, literalmente, fuego en el mar; así le llaman los pescadores de la isla de Lampedusa, el punto más meridional de Italia, a la apariencia del mar durante ciertas tormentas eléctricas. Tal lo que le explica la abuela, o tía abuela, a Samuele, un niño de 10 u 11 años, hijo de un pescador, y protagonista de la película.
Gianfranco Rosi –que no es nada de Francesco Rosi– realiza una curiosa operación con este documental que ganó el Festival de Berlín y es nominada al Oscar por Italia. Es como si se tratara de dos películas, cada una introduciendo sus fragmentos en tramos de la otra, sin que se penetren o interactúen entre sí. Por un lado, la vida de Samuele, sus paseos solo o con algún amigo, fabricándose una onda, probando su puntería sobre lo que sea, estudi...
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