DE ADENTRO
CRECIDA. Como aquella máxima aymara recogida por Vicente Huidobro, de que el poeta no debe cantar a la lluvia sino hacer llover, la prologuista de Crecida, Claudia Magliano, dice que en este libro de Cecilia Ríos (Civiles Iletrados) no se lee sobre el desborde del río, sino que se vive la experiencia de la crecida. La inundación “repta” y aunque atemoriza con el cercano 59, también encanta (“todos dejaban sus asuntos al atardecer/ para mirar oler explicar conocer la crecida/ convertirla en recuerdo, fantasma o fotografía”). El miedo por personas y animales (“se ahogarán los gansos, el techo cederá”) y hasta por un perdido amor. Heridas tensadas hasta que retroceda “suave y velozmente” el agua, para que momentáneamente pueda colocarse, al final del largo e hipnótico poema, la pal...
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