El ascenso vertiginoso de la ultraderecha tiene raíces históricas, sociales y culturales que es necesario desentrañar para ir más allá de los adjetivos. Las elites dominantes han abandonado la democracia como instancia de negociación de intereses opuestos y parecen encaminarse hacia un enfrentamiento radical con los sectores populares. En Brasil esto significa una guerra de clases, de colores de piel y de géneros, donde las mujeres, los negros y los pobres son el objetivo a batir.
La arrasadora victoria de Jair Messias Bolsonaro en la primera vuelta de las elecciones brasileñas es el mayor tsunami político, social y cultural que ha vivido este país en su historia. Si dejamos de lado las posturas elitistas y conspirativas, debemos aceptar que la gente sabía a quién votaba, que no lo hiciero...
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