Los datos son alucinantes: desde el comienzo del conflicto en Yemen, se estima que 85 mil niños menores de 5 años han muerto de hambre extrema y de enfermedades, según el último análisis de Save the Children, la organización internacional de salud y derechos humanos. Y más allá de que los niños sean los más afectados por el conflicto, 14 millones de personas se encuentran en riesgo de hambruna, según datos recogidos por las Naciones Unidas
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Durante casi cuatro años, Yemen, el país más pobre del mundo árabe, ha sido destruido por un conflicto sangriento entre rebeldes hutíes y seguidores del gobierno internacionalmente reconocido de Yemen. En 2015 Arabia Saudita creó una coalición de estados árabes para luchar contra los hutíes, que incluyó a Kuwait, Emiratos Árabes Unidos (EAU), Bahréin, Egipto, Marruecos, Jordania, Sudán y Senegal. Estos países han enviado tropas para luchar en territorio yemení o han ejecutado ataques aéreos.
Según algunos informes, Irán ha enviado armas y consejeros militares en ayuda de los hutíes, exacerbando de esta manera su eterna animosidad contra los saudíes. Además de luchar contra los hutíes en Yemen, los saudíes respaldan a los rebeldes que luchan contra el gobierno de Bashar al Asad (N de E: en Siria), mientras Irán tiene gran influencia sobre el régimen de Asad. En Líbano, mientras Irán ha mostrado un gran apoyo a Hizbolá, Arabia Saudita respalda al sunita Movimiento del Futuro, liderado por el primer ministro libanés, Saad Hariri.
No obstante, la guerra en Yemen es mucho más que el conflicto geopolítico saudí-iraní o el conflicto sunita-chiita. Las reivindicaciones de los hutíes han sido primordialmente económicas y políticas, con el fin de sacar a los yemeníes del ciclo de la pobreza. Los ataques brutales e indiscriminados de la coalición dirigida por Arabia Saudita han dejado un país en ruinas, y a millones de civiles luchando por su supervivencia.
Más de 3 millones de yemeníes que temen por sus vidas se han transformado en desplazados internos, y casi 300 mil han pedido asilo en otros países, incluyendo Yibuti y Somalia. Tanto la mayoría de los desplazados internos y como la mayor parte de aquellos que han huido del país carecen de alimentación y abrigo adecuados. Según la UNICEF, el sistema de salud yemení está a punto de colapsar.
Quienes permanecen en el país deben sortear los incesantes ataques de la coalición progubernamental, que no distingue a los civiles de los combatientes. Además, a lo largo del país, organizaciones humanitarias no están pudiendo brindar la ayuda tan necesitada. Hospitales han sido bombardeados, causando decenas de muertes, tanto por los propios ataques como por dejar a pacientes sin cuidados de emergencia.
Cerca de 15 millones de hombres, mujeres y niños no tienen acceso a servicios de salud. Un brote de cólera que comenzó en octubre de 2016 todavía no ha sido controlado. No ayuda que la red de suministro de agua en Yemen, uno de los países con más escasez de este precioso líquido en el mundo, haya sido atacada sin interrupción por la coalición saudí.
En consecuencia, 8,6 millones de niños en Yemen no tienen acceso adecuado al agua, al saneamiento o a servicios de higiene. “Desde 2015 la escalada del conflicto sólo ha exacerbado una situación que ya es nefasta, con ataques y acciones militares sobre y alrededor de la infraestructura de suministro de agua, cortándole el acceso al agua potable segura a aun más personas”, afirma la UNICEF.
En agosto pasado un informe de las Naciones Unidas sobre la situación en Yemen criticó duramente a todas las partes del conflicto, pero culpó más que nada a los ataques de la coalición saudí contra civiles yemeníes. Tres expertos de la ONU afirmaron que, de manera rutinaria, la coalición liderada por Arabia Saudita no respetaba su propia lista de “no ataque”, donde figuran más de 30 mil sitios en Yemen, incluyendo campamentos de refugiados y hospitales. Según el informe de los expertos, las restricciones que ha impuesto Arabia Saudita al suministro de ayuda por vía marítima o por vía aérea han tenido un impacto humanitario tan grave que “este tipo de acciones, sumadas al requisito de la intencionalidad, pueden llegar a configurar crímenes internacionales”.
Algo patético se desprende de algunos de los países más poderosos del mundo: Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia conspiran con el régimen criminal de Arabia Saudita para destruir el movimiento de resistencia hutí en Yemen. En las últimas semanas, cientos de ataques aéreos de la coalición liderada por Arabia Saudita han puesto en peligro la vida de 150 mil niños en la ciudad de Al Hudeida y sus alrededores. Estas acciones de la coalición violan principios básicos humanitarios y legales.
La guerra en Yemen es una masacre, y es responsabilidad de la comunidad internacional asegurar que se haga justicia frente a una tragedia de tal magnitud.
(Tomado de Counterpunch.org, por convenio.)