Tal vez los occidentales seamos un poco cínicos al denunciar la destrucción de antigüedades en Siria. Desde la aniquilación de Cartago por Roma hasta el bombardeo de la Real Fuerza Aérea que redujo a escombros Hamburgo, Dresde y un centenar de otras ciudades alemanas, llevamos siglos pulverizando nuestra historia. El saqueo de grandes ciudades europeas fue durante cientos de años una práctica de guerra tan común como la violación de las mujeres del enemigo, y el siglo pasado atestiguó ese salvajismo en una escala sin precedente. Desde la destrucción alemana de la biblioteca de Louvain, del Salón del Manto de Ypres e incontables catedrales e iglesias góticas francesas en la Primera Guerra Mundial, hasta el bombardeo de Rotterdam, Londres, Coventry y Canterbury y de las grandes ciudades ale...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate