La fotografía, que no falta a ningún cumpleaños, merecía festejar el suyo. El Centro de Fotografía de Montevideo inauguró la muestra “Ciento ochenta años de la primera fotografía en Uruguay”,1 con curaduría de la comunicadora Victoria Ismach.
—¿Qué motivó esta propuesta?
—Surge del trabajo del equipo de investigación del Centro de Fotografía de Montevideo (Cdf), coordinado por Mauricio Bruno, y apunta a contar la historia de los usos sociales de la fotografía desde su llegada a Uruguay, en 1840, hasta 1990. Los usos más extendidos durante esas primeras épocas fueron el retrato y la documentación de guerras y actividades militares, y la investigación aparece detallada en el libro Fotografía en Uruguay: Historia y usos sociales, 1840-1930, que el Cdf publicó en dos tomos, el primero en 2011 y el segundo en 2018.
—La presentación de la muestra refiere que la fotografía llegó a Uruguay a pocos meses de ser inventada en París, ¿por qué nos apropiamos tan velozmente de la novedad?
—Debemos a los franceses el haberla conocido, porque el daguerrotipo llegó a Uruguay en febrero de 1840 a bordo de un buque escuela francés, el Oriental-Hydrographe, que zarpó del puerto de Paimboeuf, entre las ciudades de Nantes y Saint-Nazaire, en setiembre de 1839. Además de instruir a la tripulación, este navío tenía el cometido de difundir el flamante procedimiento fotográfico inventado por Louis Jacques Mandé Daguerre; antes de arribar a Montevideo recaló en Brasil y después naufragó en aguas chilenas. Su peripecia y la relevancia que tuvo no sólo para la historia de la fotografía, sino para la cultura de esta región está contada en el libro El Oriental-Hydrographe y la fotografía, la primera expedición alrededor del mundo con un “arte al alcance de todos” (1839-1840), de la investigadora brasileña María Inez Turazzi, que el Cdf publicó hace dos meses y está disponible en su página web. Presentamos este texto en el acto inaugural de los festejos de los 180 años de nuestra fotografía que organizamos en el Cabildo de Montevideo, el 27 de febrero, y le sumamos una serie de daguerrotipos realizados por el fotógrafo Luis Sosa, un mapping sobre la fachada del Cabildo que recreó la llegada del Oriental-Hydrographe y el lanzamiento, en acuerdo con el Correo Uruguayo, de un sello conmemorativo de los 180 años de la fotografía en Uruguay. En el Cdf estimamos que compartir y celebrar esta historia actualiza nuestra misión de promover, a partir de la imagen fotográfica, pensamiento crítico en torno a temas identitarios y sociales, y construcción de ciudadanía.
—¿Qué rol le cupo a la fotografía en la conformación de nuestra identidad?
—Bueno, no me atrevería a afirmar que tuvo un rol fundante en esa dirección, pero sí que contribuyó, a lo largo del tiempo, a enriquecer y problematizar nuestras formas de vernos. De la investigación surge que los primeros retratistas cobraban tan bien por sus servicios que sólo accedían a ellos familias de la burguesía acomodada, ávidas de posar para la posteridad. La evolución de los procesos fotográficos ambienta, luego, la aparición de álbumes y estudios fotográficos que diversifican su oferta y la publicitan, volviéndola más accesible. La carta de visita, por ejemplo, fue un formato de cuatro retratos en negativo copiados en un cartoncito que los estudios popularizaron, y era mucho más económico que el daguerrotipo.
—¿Qué géneros fotográficos experimentaron mayor desarrollo en nuestro país?
—Creo que el uso y la función social de la fotografía ha ido respondiendo a sus respectivos contextos histórico-políticos, y a la incidencia de las tecnologías en los mecanismos de reproducción de imágenes. En este marco encontramos, en la primera mitad del siglo XX, un imaginario social formateado por intereses del Estado, con profusión de folletería, revistas turísticas y registros de cultura y folclore popular atravesados, a su vez, por ideas modernistas que surcaban el mundo. Posteriormente surgen las imágenes de autor, dicho en términos contemporáneos, estimuladas por las artes plásticas e imbuidas del ideario de las primeras asociaciones de fotógrafos. Y comienza a andar una incipiente fotografía periodística, primero asociada a movilizaciones sociales y luego al registro y memoria de la violencia de la dictadura.
—Teniendo en cuenta que somos súbditos de las redes sociales y las selfies, ¿cómo está funcionando la apuesta del Cdf a que la gente reflexione a partir de fotografías?
—Además de las exposiciones que montamos en nuestras fotogalerías instaladas en calles y paseos públicos, sostenemos una agenda de acciones educativas y de difusión que integra talleres, laboratorios, charlas, debates y edición de libros. Existen muchos formatos y soportes de imagen fotográfica, todos legitimados y entendibles en sus contextos de producción; el quid está en los contenidos, en comprender qué están diciéndonos. En verano ofrecemos un ciclo de charlas abiertas en la azotea del Cdf titulado “Encuentros en la azotea”, y a cada persona que participa en nuestras actividades le solicitamos que complete un cuestionario que nos aporta información valiosa sobre cómo vivió la experiencia. Lo vivencial y lo reflexivo, para nosotros, van de la mano.
1. Ciento ochenta años de la fotografía en Uruguay: Historia y usos sociales durante el siglo XIX. Exposición fotográfica coordinada por el Centro de Fotografía de Montevideo y el Departamento de Historia del Uruguay de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, que relata la llegada de la fotografía a Uruguay y sus principales usos sociales en el siglo XIX; puede verse hasta el 18 de mayo en Fotogalería Ciudad Vieja (Piedras y Pérez Castellano).