“La cultura blanca está muriendo”, dice en el campus de la Universidad de Towson Matthew Heimbach, un muchacho de 21 años que se propone crear el primer sindicato de estudiantes blancos de Estados Unidos. Ya tiene algunas decenas de potenciales adherentes pero todavía no puede concretar la idea porque la ley exige que un profesor titular o un directivo de la universidad lo apadrine como “tutor”, y el joven todavía no lo ha conseguido, a pesar de las muchas promesas que dice que le hicieron. “Si los negros, los hispanos, tienen sus propias representaciones en el campus y con ellas hacen lobby para defender sus derechos, como lo hacen también los judíos y las mujeres, ¿por qué nosotros no? A los blancos nadie los reconoce, al contrario, los penalizan por ser blancos y los hacen sentir culpa...
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