El puño en el rostro ajeno y en el acelerador. He ahí el camino directo a la fama local que el varón salteño encuentra en el cumpleaños de 15, el baile, la cancha y el asfalto. Cuerpo que banque violencia y velocidad será premiado con amoríos posesivos y popularidad. Así, en menos de un lustro, un capataz fustiga a un peón a rebencazos, un joven se vuela los sesos frente a su novia afuera de un baile, tres hombres patotean a una mujer trans. Desde que el uso del casco es obligatorio, ya no hay decenas de adolescentes afuera del hospital rezando por un amigo cada fin de semana.
Pablo Laurencena tiene dos antecedentes penales por lesiones personales y violación de domicilio con violencia privada. En su vida la violencia no parece emerger exclusivamente por motivos políticos. Pero el miércole...
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