Lenguaje, costas, huesos
Da vuelta Macedonio y dice: “A veces tengo la ilusión de ser yo el que busca, yo el que encuentra; a veces descorro el velo de esa vanidad y descubro con placentero horror que son las cosas las que me persiguen, bien de cerca, insistentemente hasta alcanzarme, y finalmente, quizás por esa gentileza que tienen las cosas, acostarse en mis manos y hacerse las descubiertas”. Yo lo miro pensativo y decido acostarme frente a él. Mostrar el lado nunca acabado donde Macedonio me mira y duda si soy otro diferente a él.
Enseguida me incorporo para no abrumarlo. Sé que lo que más lo perturba es esa posición, ese modo de presentarse que esconde las formas, que busca confundirlas, que desafía a los nombres (y con ellos a los hombres). Macedonio, ya más tranquilo, continúa ...
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