Poeta encontrado en una playa de La Habana
La voz de él sonaba decidida en la playa. Ella no lo miraba y no puede recordar ahora sus palabras. Sólo evoca la voz insistente, el ritmo que a ella se le antojó antiguo, inmemorial. Escuchó sin mirarlo y sin sentir vergüenza, como si todo fuera natural, aun cuando inesperado, como si los sucesos de ese día se reunieran recién entonces para adquirir, juntos, el carácter excepcional, por cierto inmerecido, de un milagro. El mar llegaba a la orilla sin olas, en ondas suaves, apenas audibles.
La mañana nublada y fresca no era de las mejores para la playa. Los cubanos, ateridos, se habían quedado en la ciudad. Turistas sí había, y bajaron ansiosos del ómnibus, prontos a tenderse en la reposera más cercana. Ella y él se alejaron, caminando por la...
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