Novedades y no tanto - Semanario Brecha
¿En qué estamos con los virus?

Novedades y no tanto

Según un artículo publicado en la revista Nature, en muestras recolectadas de ciervos salvajes en Ohio, Estados Unidos, entre enero y marzo de 2021 se detectaron animales infectados con al menos tres variantes del SARS-CoV-2, en proporción concordante con la densidad de la población humana cercana. El porcentaje de infectados llega hasta el 70 por ciento; el número de ciervos en Estados Unidos se aproxima a los 30 millones. Es posible que el ser humano sea el responsable de la introducción de la infección en esta especie y que esta se transforme en reservorio que permita el desarrollo de nuevas variantes y, a su vez, la reinfección del ser humano. Se postula como hipótesis que los ciervos se habrían contagiado al beber aguas u otros residuos contaminados con el virus provenientes de la actividad humana. Por el momento no existe prueba que permita afirmar que esto constituye un riesgo para la salud humana, pero faltan estudios al respecto. De todas maneras, algunos datos aislados conducen a pensar que cazadores de ciervos se han infectado por contacto con estos animales.

Muestras recolectadas en noviembre y diciembre de 2021 de venados en Ontario, Canadá, mostraron que el 6 por ciento tenía una infección activa al momento de ser cazados, con una variante del virus que no se había reportado con anterioridad. Todo apunta a que el reservorio animal permite la evolución del virus independientemente de lo que ocurre en la población humana. Las vacunas existentes por el momento serían capaces de defendernos de estas nuevas variantes.

Los roedores también son capaces de contraer la infección, así como los hámsteres. Por ello, en Hong Kong se han sacrificado muchos de estos animales, cuyas muestras fueron positivas para la infección. También puede infectar felinos y cánidos, pero hasta el presente no se pudo demostrar la infección de humanos a partir de estos animales.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, la Organización Mundial de Sanidad Animal y la Organización Mundial de la Salud han hecho un llamamiento a todos los países «para que tomen medidas destinadas a reducir el riesgo de transmisión del SARS-CoV-2 entre los seres humanos y la fauna silvestre, con el objetivo de reducir el riesgo de aparición de variantes y proteger tanto a los seres humanos como a la fauna silvestre».

La aparición de una nueva variante llamada deltacron, que a principios de enero se creía que era el resultado de un error de laboratorio, finalmente fue confirmada por el Instituto Pasteur. Se detectó en Francia, Dinamarca y Países Bajos. Se desconoce por el momento si seguirá los mismos patrones epidémicos de las variantes anteriores. Hasta ahora hay muy pocos casos. Parece tratarse de una combinación entre delta y ómicron, de allí su nombre.

En Argentina apareció un número importante de casos de gripe A H3N2, sobre todo en niños, que se anticipó a las fechas habituales en las que comienza la epidemia gripal. Probablemente suceda lo mismo en nuestro país. Esto podría deberse al confinamiento y a las medidas tomadas con relación al SARS-CoV-2, que evitó que la población tomara contacto con el virus gripal junto con una baja tasa de vacunación, puesto que la campaña habitualmente comienza en abril. Es decir que la población se encuentra con mayor susceptibilidad a la gripe, lo que sumado a los casos de covid plantea un escenario complicado por la superposición sintomatológica: fiebre, cefalea, tos, mialgias, resfrío, dolor de garganta. La vacuna preparada en 2021 protegería contra este virus gripal. Por tanto, sería importante comenzar la vacunación antigripal cuanto antes, junto con la dosis correspondiente contra la covid, y mantener las medidas de aislamiento como hasta ahora. La tendencia hacia la normalidad que está viviendo nuestro país en este momento no parece lo más adecuado. El riesgo está, y la velocidad con la que se expanden estos virus es alta, por lo que la respuesta a las vacunas puede llegar tarde. La pandemia por SARS-CoV-2 todavía no terminó. Basta ver la nueva ola epidémica en China.

Los conflictos bélicos y los movimientos de seres humanos que buscan refugio en otra parte pueden transformarse en una importante fuente de expansión de la enfermedad, como ocurrió en la epidemia gripal de 1918, durante la Primera Guerra Mundial.

Lamentablemente, la guerra no solo trae desgracias provocadas por las armas, sino también una serie de consecuencias, como la expansión de enfermedades infectocontagiosas por la desnutrición, el estrés, la ausencia de cuidados y controles médicos elementales, aglomeraciones en refugios, contaminación del agua y el aire, movimientos de tropas y corrientes migratorias masivas. La guerra apagó la covid en los noticieros, pero no por ello podemos pensar que la batalla contra los virus está ganada. Vivimos inmersos en una cultura de vaivenes que sigue las oscilaciones de las noticias que llaman la atención al televidente; antes fue la covid como ahora es la guerra, sin percibir una realidad constante que subyace: estamos todos los seres vivos que habitamos este planeta en un prodigioso equilibrio con la naturaleza y sus agentes infecciosos, y sus condiciones de vida forman parte de ese equilibrio.

Deberíamos proseguir con énfasis en las campañas de vacunación, tanto para evitar la covid como la gripe. Ambos virus comparten muchas similitudes; ambos son capaces de ir cambiando para encontrar la mejor forma de propagarse. La posibilidad de una tercera guerra mundial está a la vuelta de la esquina, pero también la posibilidad de la reaparición de olas pandémicas. En el mundo han muerto por covid 6 millones de personas, a pesar de las medidas de control impuestas por los distintos gobiernos y de las vacunas. A pesar de las cuarentenas, los tapabocas, el alcohol, las vacunas, en Uruguay murieron más de 7 mil individuos (2,3 por cada 1.000 habitantes) y muchos más quedaron con severas limitaciones, fundamentalmente respiratorias. Se estima que en Irak a lo largo de los años de guerra murieron cerca de 1 millón de personas, en Vietnam 250 mil. La epidemia gripal de 1918 mató cerca de 50 millones de personas en el mundo, cifras comparables a la mortalidad de la Segunda Guerra Mundial.

¿Cuál será el impacto de esta guerra entre Rusia y Ucrania sobre la salud de la población local y más allá, a nivel mundial? Todavía no lo sabemos. Pero es probable que influya más de lo que podamos prever en este momento.

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