La noche del 14 de julio, cientos de vecinos del poblado Los Palacios –70 quilómetros al oeste de La Habana– salieron a la calle para protestar contra un apagón que superaba las diez horas. La cacerolada, transmitida en directo a través de Facebook, despertó un entusiasmo inmediato en Miami, la capital oficiosa del exilio anticomunista. También en Ciudad de México y Madrid, las metrópolis donde se han asentado miles de jóvenes profesionales que en los últimos años salieron de Cuba al amparo de becas universitarias de posgrado.
En ninguna de esas ciudades la conmemoración por el primer aniversario de las marchas del 11 de julio había alcanzado a reunir más que un puñado de asistentes. Apelando a sus reservas de apoyo popular y a la represión policial –incluida la emigración forzosa de cabec...
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