Siempre que algo se estrena en El Almacén Teatro hay un encuentro que resulta ineludible. Ese encuentro en la querible esquina en la que se ubicaba aquel viejo almacén de Villa Dolores empieza en la vereda, cerca del barrio. La sorpresa en Guns, su última propuesta, comienza desde el ingreso a un espacio que se transforma con base en la historia que se quiere contar, y esta vez, nuevamente, está pensado para pocos espectadores. Allí, desde gradas que nos colocan en una perspectiva en altura, descubrimos una especie de pasarela blanca en la que se inicia este policial absurdo, o no tanto, con dramaturgia de Leonardo Martínez. El pánico por una posible amenaza exterior vuelve a aparecer en la pluma del autor fraybentino y nos retrotrae a una de sus piezas anteriores también estrenada por El Almacén; en La langosta, un grupo de oficinistas gestaba una neurosis colectiva hija del encierro. Ahora, en Guns, una comunidad de vecinos decide, tras votos colectivos en una dinámica de pseudodemocracia, el destino de la seguridad de sus habitantes.
El director André Hübener se rodea de su grupo de amigos para construir esta historia tragicómica, con mucho grotesco y absurdo, como es el sello del colectivo. Es por ello que los actores logran una potencia actoral con una química que refuerza la idea de conjunto. Mariana Escobar compone al detective que irá tratando de desentrañar las volteretas de un homicidio aportando su rol de humorista para darle aire a esta atmósfera ominosa. Luche Bolten (a quien pudimos ver en la puesta de Preciosa, en la Sala Lazaroff) encarna a Traverso, una periodista que se especializa en informar buenas noticias. El resto del elenco que completa el cuadro de vecinos son actores con trayectoria, como la talentosa Camila Vives (recordemos sus roles en La chancha y Casi maestra, y que recientemente realizó una aparición en la serie Porno y helado, de Amazon Prime Video). También actúan Mariel Lazzo (Claudia, la mujer que se casa, Galgos), Sofía Espinosa, que crea y sostiene varios momentos de humor, Bruno Travieso, Martín García y Florencia Colucci, cada uno con su propia característica de rareza.
El director logra, con pocos elementos, una puesta en la que cada actor logra desarrollar su espacio y su personaje para crear una lógica interna. A su vez, los elementos técnicos despliegan una puesta tan plástica como coreográfica, en la que cada movimiento es parte de una cuidadosa partitura. El diseño y la realización de la escenografía, a cargo de Camilo Weinberger y Ana Paula Segundo, destacan en la transformación de este espacio alternativo tan dúctil como las propuestas del colectivo. Así, el diseño de iluminación también refuerza los momentos de suspenso y transforma esa pasarela blanca en un sitio en el que esa comunidad resuelve guiada por su extremo miedo al otro, en una tensión que camina entre lo aparentemente pulcro y perfecto y los deseos ocultos. El tono narrativo y esa atmósfera tensa y contenida en la que todo puede suceder recuerdan la historia de la serie de HBO Big Little Lies, en la que los habitantes de un pueblo se esfuerzan por mantener una falsa imagen de vida perfecta. Guns invita a volver a la esquina de Manuel Alonso para ver el trabajo de este talentoso colectivo, que nunca deja de sorprender.