El cine uruguayo tuvo un muy buen año, sobre todo si tomamos en cuenta la sorpresa que resultó Bosco, una película documental realizada por una mujer que metió 22 mil espectadores y 24 semanas en cartelera, y logró volver a llenar de gente las salas después de dos años de pandemia. Pero también se estrenó la muy sólida El empleado y el patrón, ficción de Manolo Nieto, tal vez la representante 2022 de esa generación más vinculada a la productora Control Z y a la primera década del siglo XXI, la de cineastas como Veiroj, Stoll o Biniez. De algún modo, Nieto mantiene, en algunas de sus decisiones estéticas, premisas plausibles de encontrar en los trabajos de sus congéneres. Pero también, leyendo el presente, es posible notar la aparición de un montón de cineastas que se animan con apuestas bi...
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