Primer Festival Internacional de Cine a Pedal
No son pocos quienes consideran que la prosperidad y la inteligencia de una ciudad no se miden por la cantidad de autos suntuosos que circulan por ella sino por la calidad de su transporte colectivo y en particular por el número de bicicletas –esas máquinas sigilosamente estéticas– que trajinan por sus calles. Montevideo, se quejan los automovilistas, es una ciudad que no puede resistir ya más autos. Y sin embargo persisten en ellos.
Persisten en sus vehículos con estilizado malhumor, y en la paradójica condena al más idéntico de sus prójimos. Además de una gran oportunidad para ostentar estupidez, sentirse fuera de lo que se es parte no deja de ser un buen atajo para la supervivencia psíquica. Porque cambiar, como se sabe, no es tarea sen...
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