Un tipo intenso, imparable. Cuando estaba en la redacción, todo el mundo lo notaba, aunque hubiera otras 20 personas trabajando en el recinto. Ronny se imponía, despotricaba sobre la política uruguaya o el cineasta mimado del momento, preguntaba si había café hecho o se quejaba porque no podía prender la computadora, demandando asistencia. Normalmente llegaba y se iba apurado. Cuando ocasionalmente se lo veía más calmo y disponible para una charla, su sonrisa llegaba a iluminarse si acertabas en darle excusas para desplegar su amor por Bresson, Hitchcock, Nicholas Ray o Leonardo Favio. Y, para cada cineasta, cada período cinematográfico y cada clásico tenía cosas inteligentes para decir y compartir.
Las programadas podrían haber sido también La anguila, de Shohei Imamura, Apocalipsis Now, de Francis Ford Coppola, Pulp Fiction y Kill Bill, de Tarantino, El círculo,de Jafar Panahi o cualquiera de Eric Rohmer («son todas maravillosas», decía), por nombrar algunas de las películas que él mismo calificaba con cuatro asteriscos, puntuación máxima que usábamos en Brecha para expresar niveles de satisfacción. Cuando una película alcanzaba ese nivel y ese pedestal y pasaba a ser una de sus favoritas, ya era imposible compararlas; las quería a todas por igual. Era extensa la lista de obras maestras con las que Ronny tenía un apego especial, por la que podrían haberse hecho infinitos ciclos con la misma premisa. Orientados por las preferencias que Ronny fue expresando a sus amigos más cercanos, los programadores de Cinemateca Uruguaya optaron por decantarse hacia ocho clásicos; además de que es una gran excusa para verlos o reverlos en la gran pantalla, las funciones de segunda hora van a contar, además, con presentadores que darán cuenta de otras facetas –como distribuidor, productor, periodista deportivo; invariablemente, como amigo– en las que destacaba.
El ciclo da inicio con Bringing Up Baby (1938), título que se conoció en español como La fiera de mi niña, Mi adorable revoltosa y Domando al bebé, en cualquiera de los tres casos con envidiable capacidad creativa por parte de los traductores. Baby sería el cachorro de leopardo que el personaje de Katharine Hepburn introduce en la vida del personaje de Cary Grant, un paleontólogo cuya vida no podía ser más monótona y se ve sacudida por un cataclismo de situaciones inesperadas y delirantes. La película daba inicio a la screwball comedy o comedia de enredos y sería uno de los títulos más influyentes jamás filmados, anticipándose en unos 70 años a títulos como ¿Qué pasó ayer?
Ronny valoraba mucho las comedias, y en ese sentido supo escapar a ese encumbramiento a la gravedad trágica de la que pecamos muchos críticos. Otro título es la grandiosa Piso de soltero (1960), una de las imprescindibles de Billy Wilder y probablemente una de las mejores comedias románticas jamás filmadas, con Jack Lemmon obsequiando una interpretación increíble y una trama que toca con maestría ciertas notas dramáticas. Con Los ocho sentenciados (1949), de Robert Hammer, ya tenemos una incursión de lleno en la comedia negra, una burla irreverente a la oligarquía británica, con afilados comentarios sobre las diferencias de clase. Alec Guinness interpreta a los ocho sentenciados del título, que van siendo asesinados uno a uno por un resentido desheredado.
Con un cambio de registro, avanzamos hacia uno de los grandes thrillers de la historia, La ventana indiscreta, en la que Hitchcock se valía, para provocar suspenso, del morbo voyerista de un hombre enyesado que no encuentra mejor entretenimiento que espiar a sus vecinos con binoculares. Un ejercicio de técnica cinematográfica, en el que el encuadre, la edición, la iluminación y el sonido se orquestan para crear una atmósfera claustrofóbica descomunal, al tiempo que se aborda el dilema ético de la observación pasiva. Otra película de climas es La noche del cazador (1955), una de las grandes películas de terror de la historia y, asimismo, una de las más hermosamente fotografiadas, con un predicador religioso, encarnado por Robert Mitchum, que no podría ser más siniestro y que emprende una temible persecución a los niños protagonistas.
Jules et Jim (1960) es uno de los grandes hitos del movimiento cinematográfico de la nouvelle vague, toda una revolución en cuanto a libertad temática y de formas, centrada en un trío amoroso. François Truffaut captura como pocos el espíritu sesentista de la liberación sexual y se vale de una imparable narración en off que describe las situaciones y los estados de ánimo de los personajes, siempre con una singular sensibilidad, sin juzgar ni simplificar sus conflictos emocionales. No menos compleja y otra de las grandes películas de la historia es Mr. Arkadin (1955) de Orson Welles, en la que el director expande sus obsesiones acerca de la ambición, la corrupción y el poder, y cómo todo ello puede ser el reverso de la profunda fragilidad de un hombre. Una intriga internacional precipita al personaje a una investigación, a una gran tragedia y finalmente a una emotiva exploración existencial.
Por último, la película más premiada de la historia del cine uruguayo y la que suele ser reconocida como la mejor, la más importante e influyente en todo lo que sucedería después: Whisky (2004), de Pablo Stoll y Juan Pablo Rebella. Basta dar un vistazo a la ficha técnica y a los actores para comprender lo bien nutrido y armado que supo estar este hit del cine nacional, en un momento en el que aún era impensable hablar de tal cosa. Veinte años después de filmada, cada uno de ellos ha llevado adelante una gran carrera cinematográfica, algo de lo que Ronny estaría especialmente orgulloso, ya que supo seguir de cerca el proyecto y a las personas implicadas.
1. Del 13 al 19 de junio en Cinemateca. Cada día, en la función de las 19.30 horas las películas serán presentadas por Gabriel Massa, que hablará de Ronny y Video Imagen Club; Álvaro Loureiro, que recordará sus días de crítico de Brecha; Natacha López, que se referirá a su rol de productor y distribuidor de cine uruguayo; Marcelo Pereira, que recordará a Ronnie en el ejercicio del periodismo; Pablo Stoll, que contará cómo fue trabajar con él en su cameo como juez de línea en Whisky, y Roberto López Belloso, que descubrirá al periodista deportivo detrás del seudónimo Harry Hinkle.