Nunca han sido fáciles las relaciones entre China y Japón. A los desencuentros históricos se unen ahora diferencias geopolíticas, litigios territoriales y la competencia económica, comercial y energética en un tiempo de transición en el que un nuevo mapa se está perfilando en la región. El repunte álgido del contencioso en torno a las islas Diaoyu/Senkaku** refleja la fragilidad e inestabilidad de las relaciones bilaterales, siempre amenazadas por sombras de tensión difíciles de erradicar, pero también la respectiva pugna por redefinir el lugar de cada cual en el inmediato entorno asiático y, por añadidura, en el caso chino, el traslado de un claro mensaje de autoafirmación a Estados Unidos. Para China, el entendimiento sólo es posible a partir de una asunción por parte de Japón de sus re...
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