Dos décadas de trabajo han convertido a Rocamora en un personaje ineludible para quien quiera profundizar en las virtudes y los talentos del cine nacional. Su carrera ha sido cambiante: el corto Buen viaje (2008), codirigido con Javier Palleiro, participó en la selección oficial de Cannes, y casi simultáneamente estrenó su ópera prima Solo (2008), un largometraje austero y cercano a la impronta de la productora Control Z (25 watts, Whisky, Gigante), que fue una parte fundamental de su formación profesional. Más acá en el tiempo, apareció La libertad es una palabra grande (2018), un documental centrado en el refugiado palestino Mohamed Motan en su tránsito por Uruguay. Dos mil veintitrés fue el año del gran salto con la dirección de Amia, una miniserie centrada en el atentado histórico ocur...
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