Se encontraron en Viena, en 1995: dos veinteañeros en vacaciones, él estadounidense, ella francesa, con todas las distancias y las cercanías que orígenes y situaciones diversos aportaban, y que la atracción, la simpatía, algo muy parecido al amor, en fin, licuó en un encuentro con final abierto. Volvieron a encontrarse en Paris, nueve años después. Ya vivían su treintena, ella tenía un curioso y cálido departamento, él se había casado y tenía un hijo, pero algo que se había despertado en Viena con la disposición juvenil tenía que continuarse, indagarse, con otras coincidencias y otras lejanías, en la edad adulta. Otra vez final abierto. Y otros nueve años durante los que Jesse (Ethan Hawke) y Céline (Julie Delpy) siguieron su vida fuera de la pantalla, una de las elipsis más largas de las...
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