Todos están de acuerdo (y eso que el desacuerdo parece a veces el principal deporte argentino): Sergio Gabriel Martínez, ganador del cinturón de las 160 libras (73 quilos) merece en el mundo llamarse Maravilla.
La noche del 15 de setiembre despertó en Buenos Aires el culto por lo heroico. Como ante quien escala una alta cumbre o corre una maratón. Por algo cuando en Grecia había Juegos Olímpicos había tregua sagrada: la heroicidad se mostraba en los Juegos, no en la guerra. Esa heroicidad que implica probar temple, ejercitarse, darlo todo y creer que se es quien se quiere ser. Eso quiso mostrar Maravilla Martínez y lo ha hecho. Durante 12 campanadas, como en el baile de la Cenicienta, sostuvo 12 rounds, mágicamente. Cuentan que hubo cuatro millones de televisores encendidos muc...
Artículo para suscriptores
Hacé posible el periodismo en el que confiás.
Suscribiéndote a Brecha estás apoyando a un medio cooperativo, independiente y con compromiso social
Para continuar leyendo este artículo tenés que ser suscriptor de Brecha.
¿Ya sos suscriptor? Logueate