Si el ciervo se aleja de los suyos para dar, solo, el último bramido antes de morir, como plantea Sergio Blanco en su pieza más reciente, otras tres obras –una alemana, una chilena y una italiana– reflejan, en la diversidad de sus recursos escénicos, la compleja soledad que predomina en las relaciones filiales. Ocurre en Santiago a Mil, un festival de rigor internacional que puede seducir al más ateo en la religión del teatro.
Acaban de avisarle, en el intervalo que han encontrado el cuerpo de su hijo, que llevaba dos días de-saparecido. Como en las películas, pero sin guión, con todo el peso de la vida real, Roberto Parada decide no suspender la función. Parece que a la voz, que siempre había sido su herramienta más confiable, hay que ir a buscarla a un interminable abismo del que no quie...
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