La obra pone a su protagonista Margaret (Gabriela Iribarren) en una situación límite y centra la mirada sobre su recorrido en busca de posibles salidas. Esta obra escrita por el estadounidense David Lindsay-Abaire (Rabbit Hole, 2006) y estrenada en 2011 en Broadway instala, sin perder de vista el humor, el drama de una mujer de edad madura que se enfrenta al desempleo en un contexto económico y social hostil para ciertas clases. El director Álvaro Ahunchain se rodea de un talentoso elenco encabezado por Iribarren para plasmar este universo de personajes en sus luchas cotidianas, dando un toque de grotesco en su planteo para resaltar la comicidad que puede caber dentro del drama.
Lo interesante del texto es la contemporaneidad sobre las clases sociales y las diferentes posibilidades a las que pueden acceder. Lindsay-Abaire quiso retratar a la gente del barrio donde se crió, en el sur de Boston, y hablar de una realidad cruda que conoció de cerca. Hay una reflexión sobre el pertenecer a una comunidad y no querer salir de ella, y sobre las chances que todos pueden tener partiendo desde el mismo lugar. Margaret es despedida de su trabajo y tiene a su cargo un hijo con discapacidad, debe luchar por reconvertirse en lo inmediato para no ser desalojada, en un contexto que le cierra puertas y no da espacios a desempleados de esa edad y formación. La obra se construye con base en los diálogos que la verborrágica Margaret establece en su desesperación con el resto de los personajes que crean su universo: su empleador (Guillermo Villarrubí), su casera (Bettina Mondino), su amiga (Leonor Svarcas), un ex novio (Gustavo Suárez) y su esposa (Lucila Rada). El director logra establecer una dinámica ágil entre escenas a partir de una lograda construcción caricaturesca de los personajes y con una escenografía que si bien no destaca en la utilización de recursos, adquiere una funcional plasticidad.
El drama acompaña de base las situaciones que vive esta madre desesperada en busca de una nueva oportunidad. Pero la obra tiene el acierto de hacer aflorar el humor y lo absurdo en los diálogos para reflexionar sobre el ser humano y lo que es capaz de hacer en su camino de reconstrucción, así como las reacciones del entorno en cuanto al logro de la empatía y la solidaridad. El elenco hace la obra. Los personajes acompañan al central en protagonismo y aportan todos los matices que el texto impone. Las escenas en el bingo y en la casa de Margaret brindan el grado de humor necesario para sobrellevar el mal trago; el manejo del personaje de la hija de Margaret, ausente de la escena pero motor de sus actos, da sentido a sus palabras y acciones; y el encuentro con su ex novio, ahora médico y en posición económica acomodada, hace aflorar las reflexiones sobre el arraigo de clase, el destino y la suerte individual, así como los momentos de mayor absurdo del texto.
En Broadway Buena gente fue premiada y contó con el protagónico de Frances McDormand, que ganó un premio Tony por este rol. En la versión local el elenco es el fuerte de esta puesta que invita a ver un logrado trabajo en equipo para no perderse.