Canciones de ir creciendo - Semanario Brecha

Canciones de ir creciendo

Con Jhoanna Duarte.

Foto: Agostina Vilardo

Orgullosa debe de estar la vecina que le regaló un casete de Soledad Pastorutti cuando era niña de haber contribuido a germinar una cantautora con disco editado, que además es docente de canto, bailarina de tap y murguera. Jhoanna Duarte adelanta, próximamente, canciones de “Ventanas”, su segundo disco.1

Cantautora, docente, bailarina, murguista. ¿Ordenaste esas elecciones o fueron ubicándose a gusto?

—Uniéndose con mucha naturalidad. De chiquita supe que quería cantar, y la música rodeaba todo y a todos en casa; mi abuelo escuchaba la radio Clarín, mi abuela a Isabel Pantoja, mi mamá rock argentino y música popular uruguaya. También me encantaba jugar al fútbol, pero cuando una vecina me regaló un casete de Soledad Pastorutti y me pasé un fin de semana escuchándolo de los dos lados y me aprendí las canciones de memoria, confirmé mi destino. A los 6 años jugaba a dar “conciertos” en la cocina de la casa de mi abuela y a los 9 arranqué con clases de canto. Me atraía particularmente la forma en que la profesora nos transmitía los conocimientos y atendía mucho eso, a la vez que aprendía. A los 18, 19 años, comencé a hacer las primeras suplencias de la profe de canto y a dar clases. Después hice la Escuela de Comedia Musical, donde conocí el tap y me fascinó tanto que, luego de egresar de tres años de formación, seguí tomando clases de esa especialidad. Como también estudié un poco de piano, batería y percusión terminé incorporándome a De las Chapas, compañía de tap y percusión en la que bailaban Noelia Hernández, que había sido mi docente en la Escuela de Comedia Musical, y otros egresados. Con ese grupo hicimos un gran trabajo de laboratorio que derivó en una obra, Frágil, que estrenamos en el teatro Victoria y estuvo en cartel cuatro temporadas.

¿La murga cómo se abrió paso?

—Participé años en el Carnaval de las Promesas y luego estuve desvinculada del carnaval, hasta que en 2017 Leandro Castro me invitó a sumarme a la murga Falta y Resto, cuyo nuevo perfil e integración paritaria, en cuanto a género, me coparon.

¿Cómo financiaste esa diversidad de intereses y aprendizajes?

—Cuando era chica mis abuelos me bancaron las clases de canto y mi abuela toda la Escuela de Comedia Musical; es mucho lo que le debo. Dar clases de canto, después, me permitió el modesto lujo de elegir los profesores con los que quería seguir perfeccionándome. Entre lo que uno puede ahorrar y lo que decide invertir, siempre decido invertir en formación.

¿Hubo maestros u orientadores decisivos en tu desarrollo?

—Hubo maestras y maestros no sólo de canto, sino también de teatro y danza, todos muy importantes. En el canto me inicié con Martha Leivas, a la que siguieron Federico Roca, Valeria Lima, Julia Bregstein, Jimena Arrosa, Beatriz Lozano y, hoy día, Javier Soares Netto.

¿Al componer qué aparece primero, letra o música?

—Deciden por sí mismas cómo aparecer; a veces sueño con una melodía, me levanto, la tarareo y después surge la letra, a veces escribo y escribo textos sin saber a qué refieren, o qué me recuerdan, a veces me levanto con ganas de hablar de tal cosa. Y en la cocina de las canciones juega un papel fundamental la interacción con los músicos de mi banda, porque son los que a partir del borrador que aporto, levantan sonoridades. Últimamente me está ayudando mucho, en la parte arreglística, Agustín Gardil, pianista de la banda; también ejercito la imaginación a partir de consignas, como la de escribir décimas.

¿Cómo te llevás con esa métrica constitutiva del arte payadoril?

—Hasta ahora ninguna de las décimas que escribí como entrenamiento terminaron en canción, pero esos y otros materiales que voy generando abonan el proceso creativo. Me ayuda el vínculo con mi amigo Sebastián Rivero, poeta y zarpado viajero literario a cuyo taller de escritura creativa supe concurrir. Sebastián, incluso, compuso canciones para mi disco Nómade.

¿Musicalmente te identificás con pocos o varios géneros?

—Creo que tengo mucha influencia de la música popular, el folclore, el tango y el flamenco por el lado de mis abuelos, por el de mi vieja y mi tío el rock argentino, a los que luego añadí candombe y murga. Sé que en mis últimas canciones hay mucha influencia del candombe y la rumba flamenca, que me encantan, pero voy dejando ser a las canciones, sin encorsetarlas. Si quieren definirse dentro de 20 años, todo bien. O que las defina la gente.

¿De qué viene el espectáculo Ventanas que estrenarás en la sala Zavala Muniz con canciones de tu próximo disco?

—Me enamoré de esa sala cuando hicimos, allí, la última temporada de Frágil, la obra de tap. Presentaremos canciones del nuevo disco que gira en torno a las ventanas como espacios de visualización de historias de ciudad, niñez y adultez. Estará mi banda de cinco integrantes, visitaremos Nómade, mi disco anterior, y nos acompañarán una cuerda de tambores, dos saxos y un ensamble de bailarines.

1.   Ventanas. Recital de la cantautora Jhoanna Duarte y su banda –integrada por Marcel Pronk, Damián Peraza, Juan Pablo Szilagyi, Agustín Gardil y Juan Bidart–, el martes 15 de octubre a las 21 horas, sala Zavala Muniz del Teatro Solís. Jhoanna Agustina Duarte López nació el 5 de mayo de 1992 en Montevideo.

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