Tabaré sabía de victorias insólitas. Bajo su presidencia (palabra que le quedaba tan bien), Progreso, el cuadro de La Teja, había salido campeón uruguayo. De tanto contarla, la historia ya es una leyenda. Hijo de una familia obrera. Nacido en un barrio popular. Producto de la educación pública. Organizador social. Socialista. Self-made man. Uruguayo, uruguayísimo. Conocedor y representante de la autoimagen de aquel Uruguay.
Vázquez emergió del corazón del mundo popular uruguayo. Del oeste de Montevideo, que es, desde la era de los frigoríficos y hasta hoy, el gran bastión de la izquierda. Se movió siempre como pez en el agua en los ambientes pesados del mundo popular, como el fútbol y el carnaval. Se lo acusó, por supuesto, de populista. Y aunque haya terminado siendo la viva encarnaci...
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