1. Los derechos del pueblo palestino son inherentes, inviolables e innegociables
No pueden ser extinguidos ni redefinidos por ningún déspota, criminal de guerra o autoridad extranjera. Desmantelar el régimen israelí de colonialismo de asentamientos, apartheid y ocupación militar ilegal es una condición necesaria para que el pueblo palestino pueda ejercer sus derechos, incluido el de autodeterminación y el derecho de las personas refugiadas palestinas a regresar a sus hogares y recibir reparaciones.
2. El plan israelí-estadounidense es coercitivo, colonial y manifiestamente ilegal

Los «acuerdos» internacionales alcanzados mediante la coerción son nulos (sin validez ni efecto legal alguno). El plan de Donald Trump de imponer una autoridad foránea viola la Carta de la ONU y pretende imponer un orden colonial anacrónico e ilegítimo. La Corte Internacional de Justicia determinó en 2024 que toda la presencia de Israel en el Territorio Palestino Ocupado es ilegal, constituye apartheid y los Estados deben actuar para ponerle fin.
3. La presión internacional de BDS está funcionando y la era de las sanciones ha comenzado
El prófugo internacional Benjamin Netanyahu admitió el inédito aislamiento global de Israel. Eso es fruto de la movilización, la solidaridad y el poder popular colectivo para poner fin a la complicidad y a la impunidad de Israel. Este plan israelí-estadounidense es un intento desesperado para salvar al genocida Israel de dicho aislamiento.
Desde Malasia hasta Colombia, desde Eslovenia hasta España, desde Turquía hasta Antigua y Barbuda, entre muchos otros, la presión popular organizada está obligando a los Estados a cumplir su deber legal de poner fin a la complicidad y cortar los lazos militares, energéticos, comerciales y de todo tipo con el régimen genocida.
4. Qué esperamos las y los palestinos del movimiento global de solidaridad
La solidaridad es más necesaria que nunca y comienza por poner fin a la complicidad, que constituye una obligación moral y legal. El consenso en la sociedad palestina pide al movimiento global de solidaridad que a) respete y defienda los derechos integrales del pueblo palestino (al menos los tres derechos enumerados en el histórico Llamado al BDS de 2005); b) aísle al régimen genocida de Israel poniendo fin a toda complicidad estatal, empresarial o institucional con él.
5. Acciones urgentes de solidaridad para cortar la complicidad
–Bloquear, ocupar, hacer huelgas o acciones disruptivas pacíficas en oficinas de gobierno o legislativas exigiendo que cumplan con sus obligaciones internacionales: implementar el embargo militar total de doble vía; suspender las relaciones diplomáticas, comerciales y académicas; sumarse al Grupo de La Haya e implementar su Declaración de Bogotá, e impulsar en la ONU sanciones legales a Israel, similares a las impuestas a la Sudáfrica del apartheid.
–Intensificar las campañas de boicot contra los objetivos prioritarios del movimiento BDS: acciones pacíficas en comercios, oficinas de empresas cómplices y en redes sociales. Lanzar campañas amplias para obligar a las instituciones –municipios, universidades, empresas estatales, sindicatos, etcétera– a adoptar políticas éticas de contratación pública y de inversión que excluyan a las empresas involucradas en el genocidio, los crímenes de guerra y de lesa humanidad israelíes.

Juntas y juntos podemos y debemos cortar toda complicidad con la «solución final» de Israel para el pueblo palestino originario; juntas y juntos podemos desmantelar el apartheid israelí, igual que se desmanteló el apartheid sudafricano. Cualquier cosa menos que eso sería un fracaso de la humanidad.








