De ambiciones y luchas - Semanario Brecha

De ambiciones y luchas

La Cumbre Social por el Clima, contracara de la Cop 25

La activista ambiental Greta Thunberg junto a la ministra para la Transición Ecológica del gobierno de España, Teresa Ribera, durante la cumbre sobre el cambio climático que se desarrolla en Madrid / Foto: Miteco

Madrid acogió estos días dos cumbres organizadas para enfrentar la emergencia climática: la Cop 25, de Naciones Unidas, que llega a su fin sin grandes acuerdos y se queda otra vez sólo en intenciones, y la Cumbre Social, que cierra con el desafío de ampliar una base popular que arranque a los gobiernos acciones más concretas.

“Tiempo de actuar”: bajo este lema dio inicio la Conferencia de las Partes sobre el Cambio Climático, conocida popularmente como Cumbre del Clima(Cop 25). El encuentro empezó el 2 de diciembre en la capital española y cierra este viernes 13. El cambio de sede de Santiago de Chile a Madrid, debido a la crisis social y política que atraviesa el país latinoamericano, obligó a los organizadores a prepararla en el tiempo récord de un mes, algo que asombró a los asistentes y que el gobierno español supo capitalizar haciendo gala de una eficiente gestión.

El encuentro mundial se llevó a cabo en las instalaciones de la Feria de Madrid, un amplio espacio de más de 10 mil metros cuadrados, donde durante dos semanas pasaron más de 25 mil personas, entre mandatarios, delegados, observadores, activistas y población civil. En el exterior del recinto, un amplio cartel señalaba dos zonas diferenciadas: la azul y la verde. La primera, administrada por Naciones Unidas, el árbitro que capitaneó toda la cumbre, reservada al orden, la solemnidad y el silencio. Y la segunda, organizada entre el gobierno chileno y el español, pensada como una zona para “darle voz a la sociedad civil”.

Si bien durante las más de diez jornadas la llamada zona green contrastó con la institucional por sus actividades llenas de efectos multicolores, alentadas por animadores, el espacio terminó siendo un lugar donde las grandes empresas se lucían en amplios paneles. Mientras, los pueblos indígenas, convocados a participar también en este sector, denunciaban los efectos que esas mismas compañías generan en sus territorios y comunidades.

DE TRANSICIÓN. En la zona azul los máximos esfuerzos se concentraron en las negociaciones entre los Estados, con una primera semana más técnica y una segunda más política. David Howell, observador de la Ong Bird Life, que participó de esas instancias, dijo a Brecha que estos días “se convierten en un juego de ajedrez con decenas de jugadores, donde hay un intercambio de cromos. Se está dispuesto a ceder algo a cambio de algo, sin llegar al jaque mate”. A su vez, al mismo tiempo que los delegados negocian sobre cuestiones como la reducción de las emisiones de CO2, la descarbonización total en 2050, la regulación del mercado de comercio de carbono o la financiación para los países más vulnerables a la emergencia climática, son las mayores empresas contaminantes de España las que patrocinan la cumbre.

El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, y la ministra de Medio Ambiente de Chile, y presidenta de la Cop 25, Carolina Schmidt, habían presumido que el encuentro de Madrid sería el de la “ambición” y los “compromisos”, para que el año que viene, en la próxima cumbre, los países presenten planes nacionales más exigentes. Por eso se habló de esta cumbre como un encuentro “de transición”. Sin embargo, los escollos que se arrastraban de la Cop24 no lograron superarse, como el artículo 6 del Acuerdo de París –en vigor a partir del 1 de enero de 2020–, que regula el mercado de compra y venta de emisiones de CO2 entre países y empresas.

En esta negativa a alcanzar acuerdos más ambiciosos, los países más beligerantes siguen siendo Estados Unidos, Brasil, Rusia, India, China, Japón y Arabia Saudita, que continúan estableciendo fuertes líneas rojas frente a los compromisos climáticos. Mientras tanto, los informes científicos siguen goteando cifras negras: más calentamiento global, más sequías, más inundaciones, más desplazamientos forzados, más territorios contaminados.

La falta de avances en la Cop 25 llevó a que, este miércoles 11 de diciembre, un grupo de jóvenes activistas ocupara uno de los pabellones de la cumbre al grito de “justicia climática”. “Nunca antes había habido una brecha tan grande entre lo que ocurre dentro y fuera de la Cumbre del Clima”, dijo la directora ejecutiva de Greenpeace, Jennifer Morgan. También la joven activista sueca Greta Thunberg, que había optado por ceder su espacio a los científicos y a otros jóvenes, terminó dando un discurso en el que señaló que “los países están encontrando maneras de no cumplir sus promesas, cuando lo que necesitamos son recortes drásticos de emisiones”.

EN COMUNIDAD. A diez quilómetros de distancia de la Feria de Madrid, una carpa desplegada frente al edificio multiusos de la Universidad Complutense de Madrid es epicentro de las actividades de la Cumbre Social Más Allá de la Cop 25, los Pueblos por el Clima. El encuentro, que también se iba a realizar en Chile y debió trasladarse a España, se creó como espacio alternativo para ejercer presión a la cumbre política. Durante las jornadas que duró la contracumbre, las expectativas respecto a lo que se podría alcanzar en la Cop fueron bajando. Según dijo a Brecha Juan Aguilera, de Fridays for Future (Fff) Madrid, no hay duda de que la cumbre institucional “va a ser un fracaso, mientras la Cumbre Social ya es un éxito”.

Fff es un movimiento estudiantil internacional que ha tenido un crecimiento exponencial en los últimos meses, inspirado en la huelga escolar contra el cambio climático que Thunberg comenzó en Estocolmo el año pasado. Es, además, una de las 500 organizaciones no gubernamentales que organizó la Cumbre Social, junto con colectivos como Ecologistas en Acción, Alianza por el Clima, 2020 Rebelión por el Clima, o la Minga Indígena. Durante toda la semana, en los corredores de la Complutense pudo verse a decenas de personas entrecruzarse y apurar el paso para llegar a tiempo a cada una de las actividades del programa. Algunos de los temas fueron los mismos que los de la cumbre oficial, pero enfocados por colectivos comprometidos con la urgencia del problema y que trabajan en acciones concretas para detener la emergencia climática.

La organización de la Cumbre Social costó 90 mil euros, mientras que la Cop 25 tuvo un presupuesto de 60 millones de euros. Sin embargo, la grilla del encuentro alternativo, actualizada minuto a minuto por un grupo de voluntarios, estuvo cargada de talleres, debates y ponencias. El Manifiesto Latinoamericano por el Clima, que se aprobó durante el encuentro, aborda los temas tratados: agua, transición energética, nuevo modelo de desarrollo, mujeres, pueblos indígenas, derechos humanos, gobernanza y justicia climática.

AMPLIAR ESPACIOS. En una sala de la universidad, la reconocida lideresa brasileña Sonia Guajajara habló sobre las migraciones forzadas que genera el cambio climático: “¿Por qué no escuchan la voz de los pueblos indígenas que hace cinco siglos repiten este mensaje?: Es necesario cambiar el modelo económico para evitar la catástrofe mundial”. La activista también participó en la marcha por el clima que el 6 de diciembre tomó el centro de la capital española y tuvo en la vanguardia a diferentes representantes de pueblos originarios de distintas partes del mundo. Ese día, la movilización congregó a miles de personas, con los focos de los medios de comunicación puestos en la presencia de Greta Thunberg y del actor español Javier Bardem.

Otro de los espacios de la contracumbre buscó plantear el futuro de los movimientos ambientalistas respecto a la movilización de la población. En el debate participaron organizaciones como Trabajadores por el Clima y Fff Madrid. Para Juanjo Álvarez, portavoz del colectivo de trabajadores, es “importante reconocer los nuevos liderazgos, sobre todo en la juventud, porque hay lenguajes nuevos que ya no son los del activismo o del sindicalismo”. Para Juan Aguilera, de Fff Madrid, no hay duda de que el liderazgo tiene que ser de los jóvenes, aunque señala que desde la organización van “con pie de plomo” en el debate de cómo ampliar la base social. El movimiento juvenil, que en el Estado español explotó con la huelga por el clima del 15 de marzo de 2019, entiende que es difícil compatibilizar las diferentes formas de organización. “Nosotros funcionamos de manera asamblearia, pero hay organizaciones que son más verticales”, dijo Aguilera a Brecha, aunque rescata que en la marcha del 6 de diciembre un grupo importante de sindicatos mostró sensibilidad por el tema. En ese sentido, Álvarez cree que “es imprescindible salir de las plataformas ecologistas e ir convocando cada vez más, con espacios mucho más amplios de los que teníamos antes”.

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